domingo, mayo 14, 2006

Crisis en las democracias

Tony Blair tendrá que poner muy pronto fecha de caducidad a sus tres mandatos al frente del laborismo británico. Gordon Brown es el sucesor designado pero todo indica que el ciclo blairista está tocando fondo y el conservadurismo de David Cameron puede abrir una nueva era en Gran Bretaña.

El presidente Chirac y el primer ministro Villepin están en situación límite. Se querían desprender del candidato de la derecha al Elíseo y han salido, los dos también, salpicados porque no se ha probado que Sarkozy hubiera cometido esas irregularidades. Todo ha ocurrido en el seno de los conservadores.

El presidente Bush está en caída libre y no puede remontar su baja valoración en las encuestas. La guerra de Iraq le persigue como un fantasma que no puede ahuyentar. Tiene dos cientos mil soldados en Oriente Medio con una guerra que no tiene salida política ni militar.

Irán se radicaliza y prosigue con su programa nuclear. Israel no sabe qué hacer con Hamas, la organización terrorista que ha dado muerte a centenares de israelíes, pero que ha ganado las elecciones democráticamente.

La nueva Italia se ha disfrazado de viejas caras. Las de siempre, más o menos. Será muy difícil que Romano Prodi pueda hacer viable el segundo experimento de la izquierda para gobernar. Berlusconi ha perdido pero no ha arrojado la toalla. Dispone de muchos medios de comunicación y es el personaje más rico de Italia.

Zapatero va caminando sobre el alambre de la reorganización territorial de España y la pacificación con ETA. En Cataluña ha habido una trifulca que ha terminado en un fiasco y Esquerra Republicana no ha salido del gobierno sino que la han expulsado. Resultaría curioso que ahora fuera Zapatero quien tuviera que salvar el Estatut en el referéndum del día 18.

Es como un gran circo de las democracias occidentales. Zapatero puede caerse del alambre pero no estoy seguro que la red le pueda salvar. Mariano Rajoy, en cualquier caso, la va a retirar si llegara a precipitarse en el abismo. Maragall cambia consellers cada dos por tres pero no sabemos todavía si él será el candidato a las elecciones que se celebrarán antes de fin de año.

Pero no hay que asustarse. De estas crisis vendrán otras. Pero al final, si la libertad persiste, las sociedades democráticas occidentales sabran cómo salir de esta y de las futuras inestabilidades.

China avanza sin libertades y la India progresa a pesar de la gran pobreza de aquel subcontinente. En el mundo islámico invocan el libro del Profeta para destruir a las democracias caducas.

El tríptico Chávez, Evo Morales y Fidel Castro quiere expandir el populismo y la ideología patriótica por aquellas latitudes. Lula y Kirchner se resisten. Pero pueden sucumbir.

El panorama no es idílico. Pero es el que hay y sólo se podrá salir de este pesimismo global si se tienen en cuenta prioritariamente algunos conceptos: justicia, libertad, verdad, alteridad y renovación de personas.

8 comentarios:

BartolomeC dijo...

Sr.Foix: Para resolver cualquier crisis es necesario saber con certeza la causa que la ha provocado, es posible que el temor a la toma de decisiones en el momento adecuado, el exceso de promesas imposibles de cumplir, el aplazamiento de actuaciones imperiosas y urgentes o la simple incapacidad de escuchar estén en la raiz de muchas de las crisis que Vd alude, unido todo ello a la tenaz prepotencia que genera el uso y abuso del poder. Un cambio de perspectiva nunca viene mal, identificar los distintos elementos que componen la crisis, asumir nuevos desafios, aceptar que las buenas ideas no siempre se le tienen que ocurrir a uno y estudiar las razones del oponente político, todo lo cual suele dar buenos resultados si se practica con honestidad. Sr.Foix, cualquier cosa es válida, cualquiera antes que usar el viejo sistema de solución de las crisis políticas y sociales de los últimos tiempos que consiste en solucionar una crisis, generando otra crisis mayor...

Anónimo dijo...

Joan Tapia
Periodista
(El Periodico)

El president Maragall, elegido hace 30 meses gracias al pacto del Tinell, lo liquidó el pasado jueves. ¿Por qué el tripartito, que despertó tantas expectativas, se ha evaporado? Tras un largo gobierno del centro-derecha, tocaba el turno del centro-izquierda. Tras una Generalitat nacionalista era bueno que el nuevo president fuese tan solo catalanista. Y algo más profundo: la democracia significa alternancia. Mientras en España habían ejercido el poder tres partidos --la UCD, el PSOE y el PP--, en Catalunya solo había mandado la coalición CiU de Pujol. El relevo era ineludible.
Pero el tripartito tuvo ya un parto difícil y ha tenido una vida accidentada, aunque la ruptura no se debe a los múltiples conflictos sino a la grave incompatibilidad respecto al referendo del 18 de junio. Los socialistas, e ICV, ven el Estatut como la culminación del pacto del Tinell. ERC aspiraba a lo mismo, pero los cambios del Estatut en Madrid, y sobre todo, el pacto Zapatero-Mas, la llevaron al sentimiento de que el texto aprobado era una derrota. La declaración de Carod a este diario hace unas semanas ("votemos lo que votemos en el referendo, todos nos sentiremos incómodos") es una confesión de la amargura en la que vivía la dirección de ERC. ¿Está justificado el no de ERC? ¿Era compatible el no, impuesto por las bases contra el sector institucional, con el mantenimiento en el Govern? Es evidente que el no es una opción legítima y el no de protesta tiene argumentos.
El presidente Rodríguez Zapatero prometió, ligeramente, que aprobaría el Estatut que saliera de Catalunya. Sin explicitar que debía superar el recurso al Constitucional y no poner en excesivo riesgo la victoria electoral del PSOE. Cuando el PSC votó a favor en Barcelona se pudo generar la falsa expectativa de que tenía el visto bueno de Madrid. Que CiU exigiera contenidos maximalistas en Catalunya quizás sembró la idea --ingenua-- de que sería muy dura en la negociación de Madrid. El pacto Zapatero-Mas originó en ERC una doble decepción: la rebaja del techo competencial y la pérdida de protagonismo. Es verdad que el Estatut que salió de Catalunya no es el que finalmente se ha aprobado en Madrid. Solo faltaba que Alfonso Guerra calentara al personal diciendo que lo habían "cepillado".

SIEMPRE ES legítimo aspirar a un Estatut con más carga nacionalista y con más competencias. Son argumentos válidos para convocar la gran manifestación de Barcelona, o para fijar la posición de plataformas como Òmnium Cultural. E incluso para quien quiera encabezar el catalanismo de protesta como hizo Esquerra Republicana entre 1977 y el 2003. Pero no son los de un partido de gobierno. No lo fueron para la Esquerra de Macià, que aceptó el Estatut que le brindó Azaña después de que las Cortes republicanas hubieran repasado el Estatut de Núria, que ya había sido refrendado por el pueblo de Catalunya.
Además, un partido de gobierno no puede olvidar algunos hechos:
El Estatut aprobado, pese a los recortes sufridos, supone una clara mejora de la autonomía catalana respecto al actual.
Es importante que el Parlament votara por una gran mayoría (todos los partidos menos el PP) un Estatut. Pero ello no obliga al Parlamento español. En ese caso Catalunya sería ya un país soberano. Y no lo es.
El Estatut del 30 de septiembre se presentó como de máximos y hubiera tenido grandes problemas en el Constitucional (el actual todavía tendrá alguno). Además, provocó una histérica reacción contraria del PP y de una parte de la sociedad española. ¿Es solo culpa de los ciudadanos de más allá del Ebro? ¿Se hizo todo bien en Catalunya? Lo definitivo fue que las encuestas, que en septiembre daban al PSOE una intención directa de voto ocho puntos por encima del PP giraron de un día para otro al empate técnico. Y el PSOE no se iba a suicidar, por supuesto. El pacto de Mas con Zapatero fue la consecuencia y enterró la tesis pujolista sobre la igualdad de los dos grandes partidos españoles. Es cierto que se saltó la negociación unitaria, humilló al PSC y fue una bofetada a Esquerra y a Puigcercós, un político que ha cumplido todos sus compromisos en esta legislatura. Pero el mundo no se acaba un fin de semana de enero.

COMO HA dicho el president Maragall, el Estatut es un pacto entre el Parlament de Catalunya y el de España. Un Estatut no aprobado en Madrid sería otro plan Ibarretxe, una declaración unilateral o un nuevo 6 de octubre. ¿Qué ventajas tendría? Los ciudadanos lo saben. Así, en el sondeo del CIS sobre Catalunya de diciembre, se preguntaba: cuando el Parlamento español discuta el Estatut, ¿hasta dónde puede modificar el texto original? Los encuestados debían situarse en una escala de 0 a 10 (para el 0 no podía haber ningún cambio y para el 10, modificar todo). Los catalanes, como si intuyeran lo que sucedería, se colocaron en el 47% de la media. Sólo el 9,8% creía que no se podía tocar nada.
Pero quizá el punto fundamental es ponernos en la hipótesis del triunfo del no. ¿Qué pasaría el día después? En España el fracaso del Estatut significaría una gran derrota de Zapatero, el difícil camino hacia la España plural abortaría y la reivindicación de más autonomía quedaría congelada. Sin olvidar que la línea aznarista del PP saldría fortalecida y que su victoria electoral sería más posible. En Catalunya el panorama sería no menos complicado. El éxito del no sería un triunfo de ERC, pero también del PP. Y la suma de estos dos triunfos no lleva a ninguna parte.
El Diguem no de Raimon es un grito legítimo, pero no es propio de un partido de gobierno. Sus consecuencias solo son asumibles en la manida tesis de "cuanto peor, mejor", algo que no puede suscribir un partido que quiera gobernar Catalunya.

Anónimo dijo...

intelectuales de pacotilla (valga la redundancia),

JOHN WILLIAM WILKINSON

P.D : politico por intelectual.

ALBERT

Anónimo dijo...

¡Que nos cojan confesados!

JOHN WILLIAM WILKINSON - 14/05/2006


Fabià Comas i Oller, un comercial soltero de 34 años, se sentó a una de las mesas de la terraza del bar de la plaza. Delante de él estaba la diminuta tienda de filatelia que su tío Josep le había dejado en herencia. Pidió una caña y se puso a pensar en cómo sacar el mayor rendimiento del local.

Pasó volando una hora entera sin que se le ocurriera una sola idea original, pero consciente de que se hallaba ante una oportunidad única para liberarse de una vez por todas de su aburridísimo puesto de comercial, pidió otra caña y unas aceitunas rellenas. Lo importante no residía tanto en descubrir lo que él podía ofrecer a la gente, sino en dar con una necesidad no cubierta en el seno de una sociedad consumista en permanente crisis de valores. Satisfecho con esta conclusión, pidió un whisky.

Las fachadas de los edificios de la plaza formaban un collage de anuncios, en su mayoría de pisos, aunque también de cursos de yoga, tarot, feng-shui, sardanas y cosas por el estilo.

O sea, que la gente andaba buscando dónde vivir y algo en qué creer. Fue al percatarse de esto, es decir, tras el primer sorbo del segundo whisky, cuando Fabià supo con absoluta claridad lo que quería hacer con su pequeño local. "¡Será - dijo en voz alta- el primer confesionario laico del país!".

Acto seguido, llamó a su amigo Jaume, que vive en la casa pairal de su familia en la Plana de Vic. Le preguntó a bocajarro si no tendría olvidado en las golfes un confesionario. Naturalmente acertó y, a cambio de 2.000 euros, se hizo con un espléndido confesionario dieciochesco portátil de pino, teca y nogal. Apestaba a incienso y pecado, e incluso la rejilla original estaba intacta.

Una cuadrilla de ecuatorianos se ocupó de vaciar el local y pintarlo de colores barrocos.Había flores y velas encendidas por todas partes. El rótulo sobre la puerta decía: "Confesionari laic".

Ataviado con una especie de chilaba y tocado con un gorro turco, Fabià, armándose de coraje, abrió por primera vez la puerta al público. Antes de que pudiera girar hacia el interior de la tienda, apareció en el quicio un anciana señora miope y muy bajita que no paraba de hacerle preguntas impertinentes. Acabó la jornada, agotadora, sin haber confesado a nadie.

Y así fue durante las primeras semanas. Hasta que, un buen día, se presentó un elegante caballero de mediana edad que, tras interesarse por la tarifa - 50 euros- se arrodilló sin más y se puso a susurrar a través de la rejilla una escabrosa historia repleta de codicia y puñaladas traperas. Al acabar, le pidió a Fabià que le dictara una penitencia ejemplar. En esto no había pensado el inexperto confesor laico, pero enseguida le espetó: "Besa una piedra patria".

A partir de entonces el negocio de Fabià ha ido viento en popa. Su clientela consiste mayormente en ex altos cargos y sus esposas y queridas, políticos nacionalistas súbitamente forrados, intelectuales de pacotilla (valga la redundancia), cómicos mediáticos y, cómo no, sacerdotes con mono disfrazados de paisano. Todos arrastran una mala conciencia de camello. Pagan los 150 euros en metálico y aceptan la penitencia impuesta sin rechistar. Pronto Fabià abrirá franquicias en todo el territorio.

LVD.-

Anónimo dijo...

La realidad es más sencilla de lo que parece. En realidad, todas esas crisis son consecuencia de la piel vieja que continúa adherida a las democracias occidentales, que no acaba de desprenderse y de dejar paso a lo nuevo (tan inevitable como desconocido, por otra parte).

De ahí el malestar, que no puede sino acrecentarse hasta que sepamos a qué atenernos: cuando nos desharemos de una vez de lo viejo y cuándo llegará lo nuevo (y qué será lo nuevo).

La foto del sábado, esa muchacha con el culo al aire ante los mandatarios europeos, y sobre todo las reacciones que se pueden leer en los rostros de éstos, encarna bien lo que está pasando.

Anónimo dijo...

Joaquim, me quedo con la cara de Zapatero ante aquella chica, es todo un poema.

Anónimo dijo...

para los nacionalistas catalanes la democracia es un instrumento más.

con este instrumento al que maltratan, oprimen "legalmente" al VAL D´ARAN un Pais del Pirineo al que ningunean, vacilan y sustraen.

Crisis.... por estirar la cuerda y pillar a los demás..

Anónimo dijo...

Apreciable Sr. Foix:

Estoy de acuerdo con usted en el sentido de que los gobiernos democràticos esencialemnte son los defensores y procuradores dela libertad y la igualdad, y que nacen como una respuesta a los abusos de los gobiernos despòticos; sin embargo, es muy claro que resultan insuficientes en su bùsqueda de proveer de satisfactores a sus gobernados, mismos que no se sienten representados ni atendidos, sin la posibilidad de encontrar respuestas a sus carencias y necesidades econòmicas, polìticas o sociales.

Lamentablemente se crea un cìrculo vicioso: el gobierno està imposibilitado para resolver problemàticas concretas; los gobernados desconfìan cada vez màs del gobierno, por lo que no manifiestan sus problemas; el gobierno se aisla y diagnòstica de manera equivocada los asuntos a atender, etc., etc., etc.

En mi opiniòn, y pese a que los gobiernos europeos son en su mayorìa sistemas parlamentarios (soy mexicano, nosotros estamos a años luz de contar con la experiencia polìtica de Europa), es que se deberà dar un proceso con dos etapas:

1) un recambio generacional en las clases polìticas de las democracias occidentales, a fin de contar con polìticos que posean mejores caracterìsticas para reconocer las demandas de sus gobernados; y

2)implementar sistemas de democracia indirecta, basados en controles muy estrictos, garantizando a cada ciudadano que su derecho de elecciòn se preserva, pero delegando la decisiòn electoral (cuando menos) en ciudadanos que posean caracterìsticas cualitativas por encima del promedio.

Es solo una opiniòn, celebro mucho que exista este espacio para intercambiar impresiones, por màs modestas y disparatadas que pudieran parecer en una primera impresiòn.

Agradeciendo de antemano la atenciòn que brinde a este escrito, le envìo cordiales saludos desde la Ciudad de Mèxico.

Rodrigo Castillo.