miércoles, febrero 08, 2006

Siempre nos quedará "La Codorniz"

Los espacios de humor, la ironía y el sarcasmo no son compatibles con la ignorancia, el oscurantismo y la intransigencia. Son malos tiempos para la libertad de expresión y para la crítica. Escuché por radio a varios acreditados dibujantes que no pensaban seguir la senda de su colega danés por miedo. Malo.

Unos dibujos ofensivos para demostrar que se puede utilizar la libertad de expresión y la broma para todo se han convertido en un tema tan serio que las dichosas viñetas sólo son la punta del iceberg de una pugna de mucho más calado.

No puedo aceptar que la gran mayoría de los más de mil millones de musulmanes estén de acuerdo en reaccionar con tanta rabia contra un dibujo que caricaturizaba al Profeta con una bomba sobre el turbante. A los extremistas radicales islámicos se les ha servido en bandeja un arma para rechazar los valores y la civilización occidentales.

El conflicto plantea nuevamente si la libertad de expresión tiene límites. Pienso que sí que los tiene. Incluso en la vida ordinaria en la que muchas veces cada día no decimos lo que pensamos sobre los más próximos en la familia, en el trabajo o en las relaciones sociales. Estas precauciones facilitan la convivencia, de por sí complicada, en cualquier ámbito.

Hay libertad en nuestra cultura para ofender los sentimientos y creencias más íntimos. Pero los ofendidos tienen todo el derecho para expresar su desacuerdo. Mientras lo hagan pacíficamente están dentro de las reglas de juego.

Pero si por un dibujo publicado en el mes de septiembre se queman embajadas y se retiran embajadores respondiendo con el odio y no con la ironía, alguna línea infranqueable se habrá cruzado. Una cosa es la libertad de expresión y otra es la responsabilidad, el respeto y el sentido común.

La firmeza para defender las convicciones expuestas en impecables editoriales de diarios continentales tiene su contrapunto en la reacción de los periódicos anglosajones que no pueden recibir lecciones democráticas pero que añaden unas líneas de prudencia porque saben por experiencia que la libertad, como el alcohol, no es pura al cien por cien.

Todo está permitido pero no todo es tolerable cuando se penetra en el territorio de las creencias, cuando se incita al odio o a la ira descontrolada. El debate no puede desembocar en una limitación de las libertades sino en una más inteligente administración de las mismas. En los tiempos que corren en los que la libertad y seguridad se confunden habrá que acudir a aquella vieja escuela de “La Codorniz”.

15 comentarios:

BartolomeC dijo...

Sr.Foix: Está Vd hablando hoy nada más y nada menos que de "la revista más audaz, para el lector más inteligente", y hoy o sobra audacia o falta inteligencia,"reina un fresco general procedente de galicia...",pregonaba La Codorniz entonces,hoy el frio rigor en la exposición de las noticias nos hiela la sangre a más de uno.
Con la llegada de las libertades curiosamente se acabó La codorniz,los humoristas pasaron a trabajar en los periódicos,Kalikatres,Tono,Chumy-Chumez,
Poncela,Gómez de la Serna,Forges,Acevedo,laiglesia,etc,etc...
Me quedo con un epigrama de La Codorniz de entonces.

Bombín es a bombón
como cojín es a equis,
y a mí me importa tres equis
que me cierren la edición...

P@P@LLoN@ GRoG@ dijo...

Con permiso de la concurrencia:

Creo que en la vida, al llamado sexto sentido, padre del humor, lo detecta la intuición que se percibe y despierta gracias al instinto. ¿O es al revés? Sobretodo me doy cuenta de que para encauzar el camino de la madurez personal hacen falta dos sentidos que son claves para la supervivencia integral del ser humano: el común y el del humor.

Mi padre solía comprar La Codorniz, señor Bartolomec, gracias por recordar semejante publicación. Lo que nos llegábamos a reír con su exquisita ironían. ¡Que agradables recuerdos!

Dice el señor Buenafuente que el humor es la forma más sana de la verdad, y debe ser cierto. El humor es un gran arte. Requiere mucha inteligencia, agilidad y frescura para que su crítica sea punzante sin ser hiriente. No todo vale. Hay humor de todas clases, y no niego que, tal vez, el profeta y el turbante-bomba me hubieran hecho reír a carcajadas. Me gusta muchísimo compartir la risa e incluso provocarla y tengo un don natural para ello por herencia paterna. (Aunque por lo que leí hace poco, también doy ganas de llorar …:o)., y eso no lo sabía yo). Sin embargo, ya he dicho que creo que no ha estado bien meter el dedo en el ojo de una pantera, pues puede resultar peligroso, y más todavía si está en celo.

Me consta que una gran mayoría de musulmanes no son así de brutos como los que han asaltado diversas zonas relacionadas con occidente. Entre los judeo-cristianos hubo tiempos atrás gente así de bestia. Habrá que tener paciencia y educar a muchos de sus adeptos para que sepan admitir críticas y dejen las armas para tomar las palabras.

Esta violencia es intolerable e inadmisible, por muy buena voluntad que se tenga en entenderles. Lo cortés no quita lo valiente.

¿Han oído ustedes la canción de Jorge Drexler ‘Yo soy un moro judío’? No tengo comisión en su venta de discos, pero escúchenla atentamente, no tiene desperdicio. Luego se la pasamos a los fundamentalistas.

¡Saludos cordiales!

Anónimo dijo...

Voy intentar expresar mi argumento en varias fases a ver si no me lio:
1º Creo que la libertad de prensa no debe tener más límite que el código penal. Sino el límite sería arbitrario ya que no estaría claro.
2º Es cierto que libertad no es lo mismo que libertinaje. Y que no todo se puede hacer en nombre de la libertad.
3º Creo que debemos tener claro que si alguien puede poner límites a la libertad deben ser paises donde exista esta libertad y donde, al menos lo hemos plasmado en el papel, somos todos iguales ante la ley y con los mismos derechos.
4º Por lo que creo que el problema no es si la caricatura fue o no afortunada, para eso estan los tribunales, sino que como pais democrático en Dinamarca se puede expresar una queja contra esa caricatura, manifestarte en contra pacificamente e incluso demandar a ese periodico, si crees que ha injuriado a una religión, mientras que en los paises donde queman embajadas no.

Luis T.

Anónimo dijo...

a Luis T.

El problema es que no jugamos con las mismas reglas ,ellos tienen Dios , y no se puede tocar , si lo tocas te matan . Esta es la realidad .
Libertad de expresión , el codigo penal ,pero esta claro que la libertad de expresion esta limitada por la politica de empresa .
Un caricaturista a de pensar una vez hecho el dibujo que lo largan en dos horas , entonces se habra metido con el poder , mientras es un entretenedor.
albert
P.D : LA VANGUARDIA esta haciendo una politica totalmente partidista , es el diario del poder y tiene cada vez menos credito . Ahora van a por ERC , cuando hace dos meses le reian las gracias

Anónimo dijo...

Muy bien la libreta de hoy, señor Foix. El profesor Cole opina lo mismo que usted. También le agradezco que nos haya recordado La Codorniz.

Juan Milián dijo...

Veo en El País (4/II/2006) fotos tomadas en Londres de musulmanes con pancartas llamando al exterminio de “quienes les insultan”. Me pregunto si existe algún dios, con un mínimo de bondad, que castigue la libertad de expresión y no los asesinatos y el terrorismo.

Anónimo dijo...

¿El PP dirá ahora que la clase de "educación ética", que proponía el PSOE, sigue siendo propio de laicistas radicales que quieren "destruir la religión como referente moral de la sociedad española"?.

Con cientos es miles de musulmanes en España, que seguramente no elegirían para sus hijos la clase de religión católica (el PP nunca rechazó que fuera optativa), creo que es muy defendible las tesis del Gobierno socialista, y creo que ahora más que nunca, se hace evidente que tiene que haber una clase obligatoria, y para todos, en donde se forme a los jóvenes en los valores constitucionales: tolerancia individual, cultura democrática, respeto al Estado de Derecho, civismo, etcétera.

Anónimo dijo...

Verán:
La historia no tiene marcha atras. Europa, EUROPA, dejó a Dios. Los creyentes existen, pero coexisten con estados laicos y con imagenes iconoclastas realizadas por "artistas" reconocidos y de gran "prestigio"
Asi pues Sr. Foix sus líneas finales carecen de posibilidades de éxito:

"Pero si seguimos usando de la libertad de expresión para burlarnos de lo que los musulmanes consideran sagrado, tendremos un problema mucho más serio".

Yo acepto que no puedan realizarse imagenes iconoclastas sobre la religión pero si ahora claudicamos frente al Islam ¿Que nos quedará?
La recristianización de Europa es compleja ¿Entonces? ¡Claudicar ante el Islam!
Esta es la situación.
Veremos que hace "El Jueves" (por referirme a alguien), que son tan "progres".

En cualquier caso acepto que tendremos un problema mucho más serio.

Saludos

Anónimo dijo...

Esto es como, soy del Barça, pero si no gana, por lo menos que pierda el Real Madrid ¿no?.

No, si se pide respeto a los católicos, tambien a los musulmanes, y, ó somos laicos, o somos de cualquier otra religión, no solo católicos, lo demás es ganas de mezclar churras con merinas intencionadamente.

Yo repito, ¿volverá el PP a cuestionar la propuesta de crear una clase de "Educación para la ciudadanía", habida cuenta de que los musulmanes españoles no van a mandar a sus hijos a religión católica? .... o esto es O CATOLICISMO O MUERTE.

Menudos irresponsables.

Anónimo dijo...

TARIQ Ramadán
Profesor invitado en la Universidad de Oxford e investigador de la Fundación Lokahi.


Me encontraba en Copenhague en Octubre cuando el asunto de las caricaturas empezó a provocar manifestaciones en Dinamarca. Entrevistado por un periodista de la redacción del diario que publicó los 12 dibujos, me informó de los vivos debates internos, del malestar de muchos periodistas respecto del asunto y, al mismo tiempo, de la sorpresa frente a la reacción de los musulmanes y de las embajadas árabes.
Parecía, sin embargo, que la tensión no tenía que ir más allá de las fronteras de Dinamarca. Yo aconsejaba a los musulmanes que denunciaban un acto racista, provocación que utilizó la extrema derecha danesa, en plena expansión, que se abstuvieran de reaccionar emocionalmente, que explicaran tranquilamente por qué estas caricaturas les herían y que ni se manifestaran ni se arriesgaran a que se desencadenara un movimiento imposible de controlar.
Todo parecía resuelto. Pero ahora hay que preguntarse por qué, tres meses después de los hechos, hay que reactivar el fuego de una controversia cuyas consecuencias son tan dramáticas como imprevisibles. Unos musulmanes daneses viajaron a Oriente Próximo a atizar el fuego del resentimiento; unos gobiernos, deseosos de poder demostrar así su apego al islam y justificarse a los ojos de su población, aprovecharon la oportunidad y se presentaron como los grandes defensores de la causa. Faltó tiempo para que una serie de políticos, intelectuales y periodistas, abogados de la otra gran causa, la libertad de expresión, se presentaran como los resistentes al oscurantismo religioso en nombre de los valores del Occidente. Y aquí estamos ante la gran simplificación, la polarización más simple que pueda existir: un choque entre civilizaciones; un enfrentamiento entre, por un lado, el inalienable principio de la libertad de expresión y, por otro, el principio que establece la intocable esfera de lo sagrado.
Hay que encontrar la manera de salir de este círculo infernal y pedir a todos y a cada uno que dejen de tirar leña al fuego, y entrar por fin en un debate serio, profundo y sereno. No, no se trata de un choque de civilizaciones; este asunto no simboliza el enfrentamiento entre los principios de las Luces y los de la religión. No, tres veces no. Lo que se está jugando en medio de este triste asunto es cómo medir la capacidad de unos y otros para mostrarse libres, racionales (creyentes o ateos), y al mismo tiempo razonables.
La fractura que se dibuja hoy no es entre Occidente y el islam. Es una fractura entre aquellos y aquellas que, dentro de estos dos universos, saben ser lo que son y afirmarlo en el nombre de una fe y/o de una razón razonables, y aquellos que se dejan llevar por las certidumbres exclusivas, la pasión ciega, las percepciones reductoras del otro y las conclusiones precipitadas. Estos rasgos de carácter son compartidos a partes iguales por algunos intelectuales, sabios religiosos, periodistas y una parte de estos pueblos de ambos universos. Frente a las graves derivas que ellos puedan provocar, es urgente llamar a una sensatez mayor.

EN EL ISLAM se prohíbe representar al profeta de cualquier forma que sea. Aquí se trata no tan sólo de la expresión del respeto fundamental que se le debe, sino también de un principio de la fe que exige que ni Dios ni sus profetas sean representados para evitar toda tentación de idolatría. En este sentido, representar a un profeta equivale a una grave transgresión. Si, además, se le añade el insulto y la confusión un poco torpe --la representación del profeta con un turbante en forma de bomba--, se entiende la naturaleza del choque y del rechazo que se manifestó ampliamente entre los musulmanes (algunos de los cuales ni siquiera eran practicantes).
Pensaron que los caricaturistas se habían pasado: era importante que lo pudieran expresar y que fueran escuchados. Sin embargo, era necesario que no olvidaran que las sociedades occidentales, desde hace tres siglos, están acostumbradas (a diferencia de las sociedades musulmanas) al escarnio, a la ironía y a la crítica del hecho y de los símbolos religiosos, del Papa, de Cristo e incluso de Dios. Aunque no compartan esta actitud, es imprescindible que los musulmanes sepan guardar distancia intelectual crítica en tales circunstancias, y no se dejen llevar por un fervor que es mal consejero.

FRENTE a unas caricaturas tan torpes como desafortunadamente malas hubiera sido preferible exponer en público y sin estrépito sus principios y sus valores, y aplazar los razonamientos hasta un momento más favorable al debate sereno. Lo que hoy surge de las comunidades y del mundo musulmán es tan excesivo como insensato: la obsesión por las excusas, las llamadas al boicot, y hasta amenazas de represalias físicas y armadas, son totalmente desmesuradas y hay que rechazar y condenar estos excesos.
Invocar el derecho a la libertad de expresión para otorgarse el derecho a decirlo todo, de cualquier manera y contra cualquiera, constituye igualmente una actitud irresponsable. Primero porque no es cierto que todo esté permitido en nombre de la libertad de expresión. Cada país tiene sus leyes, que fijan un marco que permite, por ejemplo, condenar comentarios racistas. A estas leyes hay que añadir unas reglas particulares que corresponden a la cultura, a las tradiciones, a la psicología colectiva de esta sociedad y que regulan las relaciones entre individuos, y la diversidad de culturas y religiones.
En las sociedades occidentales no se tratan de la misma manera los insultos raciales y/o religiosos: dentro de un marco legal más o menos común, cada país tiene su memoria y su sensibilidad, que la sensatez impone reconocer y respetar. Las sociedades europeas han cambiado y la presencia de musulmanes por lo tanto ha modificado esta sensibilidad colectiva. En vez de obsesionarse por el derecho, hasta el punto de convertirlo en la dictadura del derecho, ¿no sería mejor llamar a los ciudadanos a hacer un uso responsable de su libertad de expresión que tuviera en cuenta las sensibilidades que componen nuestras sociedades contemporáneas? No se trata de añadir leyes y estrechar el espacio de la libre expresión. No. Se trata de apelar a que unos y otros utilicen sus derechos de forma razonable. Se trata más de civismo que de derechos: los musulmanes no piden más censura, sino más respeto.
Estamos en una encrucijada: ha llegado la hora en la que las mujeres y los hombres rechacen las falsas diferencias entre dos mundos. Que afirmen el derecho de la expresión libre al mismo tiempo que el sentido de usarlo en su justa medida; que promuevan la autocrítica necesaria y que rechacen las verdades exclusivas y las posturas binarias. Necesitamos urgentemente confianza mutua. La crisis provocada por estas caricaturas nos demuestra cómo lo peor puede llegar a ser posible (partiendo de casi nada) entre dos universos de sentidos distintos cuando se vuelven sordos unos con otros y son tentados a definirse el uno en contra del otro. Un desastre del que los extremistas de ambos lados no perderán ocasión de aprovechar.

SI LAS mujeres y los hombres que adoran la libertad, que saben lo importante que es el respeto mutuo, que tienen conciencia de la imperativa necesidad de un diálogo crítico y constructivo; si estas mujeres y estos hombres, digo, no se expresan, no se comprometen juntos de una manera más obvia y no resisten a las derivas de nuestro tiempo, entonces habrá que apostar por unas mañanas dolorosas y negras. De momento, está en nuestra mano elegir.

Libération
Traducción Caroline Rouquet

Anónimo dijo...

The Wall Street Journal.

CULTURE CLASH

Moral Atomic Bomb
In the midst of a planetary intifada, let us stand by the moderate Muslims.

BY BERNARD-HENRI LEVY
Thursday, February 9, 2006 12:01 a.m.

One can find these cartoons mediocre.
One can perceive in them, as I do, a certain similarity with the anti-Semitic and racist caricatures of the 1930s or '50s.

One can--and it would still be true--decide that depicting the prophet in this way, particularly with such dumb and obnoxious features, wasn't the brightest idea in the present context and amounted to tossing a lit match onto a powder keg.

Still, it is one thing to publish ludicrous cartoons in a newspaper that no one has heard of outside Denmark, but it is quite another to see these cartoons travel around the globe four months later, igniting a form of planetary intifada with enormous demonstrations, embassies and consulates set on fire, a priest shot dead in Turkey, four protesters killed in Mazar-i-Sharif in Afghanistan, not to mention the turning of Westerners living on Islamic soil into targets, mortal enemies threatened with death--expiatory victims offered to the white-hot, crazed and radicalized crowd.

So what made this demented scene, this planetary upheaval, possible? However you might look at the problem, it is hard not to see that insidious forces have brought these drawings to the attention of the Muslim masses. And it is hard not to link this provocation, the deliberate circulation of these cartoons, the quasi-home-delivery of a Danish paper that no one could have guessed had so many readers in the Muslim world, it is hard not to link this self-inflicted blasphemy, this calculated offense (calculated, mind you, by the organizers of the distribution of the cartoons), it is hard not to link this blasphemy to a new planetary configuration, itself determined by three recent and major events.

The diversionary tactic of a Syria which we never saw so concerned over religious matters, but which now turns out to be capable of anything--including infiltrating agents into Lebanon and sponsoring demonstrations in Damascus, where it is well known that nothing of the sort can happen without the explicit assent of the government--in order to reclaim its role as a great regional agitator and make everyone forget the involvement of its secret services in the murder of Rafik Hariri.

The hardening of Iran's Islamic Republic, ready to make all kinds of theological concessions (including a grand historic alliance of Shiites and Sunnis, which experts have been telling us for decades would be against nature) with the goal of heading up in the Muslim and Arab world the grand anti-Christian, anti-Semitic and antidemocratic crusade.

And then this tragedy in the Palestinian territories of the victory of an ideology whose themes (the call, based on the denial of the Holocaust, for the pure and simple destruction of Israel and the Jews) had up to now been in power only in openly dictatorial, sometimes even crypto-fascist, states. This ideology has triumphed for the first time in a long while through democratic decision and the sacred path of the ballot. Would we be witnessing, without this electoral sacrament of Hamas, Hebron crowds so sure of their right to hold any Westerner in the West Bank accountable for the offense? Would we be witnessing all these Fatah militants--were it not for the will to defy Hamas on the very terrain where it won--actually trying to outbid everyone else in the grotesque denunciation of the "French position," as manifested by the reprinting of the cartoons in an obscure Parisian newspaper?

These three events are linked as a triangle. There is between these three poles a veritable triangle of death, which is in the process of locking into place thanks to the cartoons affair-- and which, if it is successfully welded together, will produce not just symbolic heat, but, with an Iranian bomb, a fissile heat unlike anything we saw in the good old axis of evil.

And, faced with this triangulation in progress, faced with this formidable hate-and-death machine, faced with this "moral atomic bomb," we have no other solution than to counter with another triangle--a triangle of life and reason, which more than ever must unite the United States, Europe and Israel in a rejection of any clash of civilizations of the kind desired by the extremists of the Arab-Muslim world and by them alone.
The heart of this second triangle? First, the affirmation of principles. The affirmation of the press's right to the expression of idiocies of its choosing--rather than the acts of repentance that too many leaders have resorted to, and which merely encourages in the Arab street the false and counterproductive illusion that a democratic state may exert power over its press.

And second, in the same breath, the reaffirmation of our support for those enlightened moderate Muslims who know that the honor of Islam is far more insulted, and trampled under foot, when Iraqi terrorists bomb a mosque in Baghdad, when Pakistani jihadists decapitate Daniel Pearl in the name of God and film their crime, or when an Algerian fundamentalist emir disembowels, while reciting the Quran, an Algerian woman whose only crime was to have dared show her beautiful face. Moderate Muslims are alone these days, and in their solitude they more than ever need to be acknowledged and hailed.

Mr. Lévy is the author of "American Vertigo," published recently by Random House, and of "Who Killed Daniel Pearl?" (Melville House, 2003). This piece was translated from the original French by Hélène Brenkman.

Anónimo dijo...

LE MONDE.


Tension et confusion. Le quotidien danois Jyllands-Posten, qui avait diffusé le 30 septembre 2005 les douze caricatures de Mahomet, se débat dans une crise profonde. Flemming Rose, rédacteur en chef de la section culturelle du journal, désormais célèbre pour avoir commandé et hébergé dans ses pages les dessins satiriques, a été mis d'office, jeudi 9 février, en congé à durée indéterminée, après avoir été "soumis à une pression inhumaine".


Cette mise à pied intervient dans un contexte d'extrême confusion. Interrogé sur la chaîne américaine CNN à propos du concours iranien de caricatures sur la Shoah, Flemming Rose avait laissé entendre qu'il pourrait prendre contact avec le journal iranien afin d'en publier les caricatures. Le directeur de la rédaction de Jyllands-Posten, Carsten Juste, qui tient à calmer le jeu, a dû réagir immédiatement en démentant son rédacteur en chef. "C'est une erreur de jugement", a écrit Carsten Juste.

Flemming Rose s'est excusé dans la foulée. M. Juste a également dû préciser que Jyllands-Posten ne publiera pas ce week-end, contrairement à ce que Flemming Rose avait annoncé sur une chaîne danoise, des caricatures antichrétiennes et antisémites, pour "équilibrer" l'effet produit par les caricatures de Mahomet. Là encore, la reprise en main a été immédiate, donnant un écho supplémentaire à la révélation du journal Politiken selon lequel Jyllands-Posten avait refusé, en 2003, de publier des caricatures sur la Résurrection de Jésus, au prétexte que celles-ci allaient "provoquer un tollé".

"Nous sommes dans une situation où Jyllands-Posten, surtout au regard des médias internationaux, est devenu une histoire en soi, et où chaque agissement est interprété en fonction du conflit", explique M. Juste pour justifier ces rappels à l'ordre. Ainsi en est-il d'une lettre de Jyllands-Posten que certains journaux, au moins en Algérie comme La Tribune, ont publié jeudi.

"MANQUE DE JUGEMENT"

Dans cette lettre "aux musulmans du monde entier", envoyée le 7 février par le biais des ambassades danoises, Carsten Juste présente à nouveau les excuses du journal : "Nous nous excusons pour le grand malentendu provoqué par la publication des caricatures". Interrogé plus tard pour savoir si cette lettre indiquait un changement de ligne du journal, Carsten Juste — qui terminait sa lettre par "Que Dieu vous aide !" — a affirmé que rien n'avait changé : le journal s'excuse pour l'offense, mais pas pour la publication elle-même.

Afin d'éviter ces malentendus, le journal diffuse depuis mercredi un dossier en plusieurs langues, dont le français, sur son site Internet (www.jp.dk). Carsten Juste lui-même, qui y parle de ses dilemmes, est sous pression depuis que Uffe Ellemann-Jensen, un ancien ministre des affaires étrangères du Parti libéral, a exigé sa démission pour son manque de jugement, puisqu'il a avoué ne pas avoir anticipé les réactions musulmanes.

Olivier Truc

Article paru dans l'édition du 11.02.06

Adopcion de mascotas dijo...

Sr. Foix. Saludos desde Barquisimeto, Venezuela. Llegué a su blog por casualidad, pues una profesora de la universidad me envió un correo con el artículo escrito por usted titulado "Chávez dialoga con Blair", al final del cual aparece la dirección de su blog. Es agradable encontrarse con blogs escritos por personas como usted, con artículos y comentarios bien fundamentados e interesantes.

Acá en Venezuela, poco a poco pero sostenidamente, estamos viviendo la llamada censura previa. Ya se dió el caso de prohibirle a un humorista y al periódico que lo publicó, que siga escribiendo sobre la pequeña hija del presidente Chávez, todo ello por una carta imaginaria que este humorista y politólogo venezolano, Laureano Márquez, escribió a Rosinés, pero cuyo contenido es sumamente inofensivo y para nada irrespetuoso. De ello escribí en mi blog un artículo titulado "Humor censurado" donde puede leerse esa famosa carta.

Y eso es sólo un ejemplo, pues ya el gobierno chavista está aplicando en serio y sin caretas, medidas judiciales en contra de varios periodistas.

Saludos cordiales.

Anónimo dijo...

IHT.-

Omar Marzouk, a Danish comedian, used to joke that he should have been born a poodle, not a Muslim.

"Dogs in this nation have their own burial grounds, and Muslims don't," he would say. "So I either have to be sent out of this country in a box or change my name to Fluffy."

Like most satire, there is truth in jest: Denmark's Muslims have not been granted land for Islamic cemeteries and have had to conduct traditional burial rights in other countries.

But while the Fluffy joke used to get laughs, Marzouk said, now he is heckled with "Paki go home" and has omitted it from his act.

Since the Danish newspaper Jyllands-Posten published 12 cartoons of the Prophet Muhammad in September, Marzouk says, ethic tensions have be-come so charged that the atmosphere has soured even at comedy clubs.

"It's getting hard to be a Muslim comic in this country," said the 32-year-old Dane, who is as in demand at leftist cocktail parties in Copenhagen as he is at Middle Eastern weddings. He says the country's assimilation policies have failed because "the Danish government's idea of better integration is, 'Let's have a Turkish night and watch a belly dancer."'

Marzouk calls the Muhammad cartoons, which have spawned protests across the Islamic world, a cowardly provocation calculated to infuriate Muslims. But he says he supports the right of newspapers to publish them since the same free-speech rules that allowed their appearance in print also permit his hard-edged comedy.

"The cartoons have polarized Denmark so that both Muslims and non-Muslims are saying, 'You are either with us or against us,"' Marzouk says. "But surely a cartoon of Muhammad with a bomb-shaped hat is less damaging to the Muslim community than a photograph of a Muslim cutting off someone's head."

The son of Egyptian immigrants, Marzouk grew up in a working-class neighborhood outside Copenhagen and studied engineering before abandoning the computer company he founded in favor of comedy. He turned to laughs for solace after clients kept mistaking him for the pizza-delivery boy when he came to their homes to service their laptops.

"Now I have become the token Paki at office parties," he says, "and even some Muslims are proud of me."

Marzouk is one of a growing breed of young Muslim comics who are using humor, satire and self-deprecation to bridge the cultural gap between Islam and the West.

Alienated from their own communities for mocking Islam while heckled by anti-immigrant groups in their adopted countries, they are sending up the failure of Europe's assimilation policies in the post-Sept. 11 world.

Others in this generation of comedians include Shazia Mirza in Britain, Shabana Rehman in Norway and Jamel Debbouze in France. But Marzouk's humor is among the edgiest.

When he appeared at Edinburgh's Fringe festival in August, he asked the audience not to murder him if the jokes weren't funny. "I don't want to die," he said. "I'm not that kind of Muslim."

At first, Marzouk said, he was wary of telling suicide-bomber jokes in his one-man show, "War, Terror and Other Fun Stuff," which ran in Edinburgh shortly after the July subway bombings in London. But the largely British audience welcomed his humor, he said.

Marzouk says terror humor has receptive audiences in unlikely places. He said he was greeted with hysterical cackles when, in recent shows in Israel and Britain, he suggested that the West recruit Muslims to prevent terrorist attacks by having them sit on buses, strapped with explosives, so when a real suicide bomber gets on, they can say, "Hey, man, it's O.K., I got this one covered."

If the audience doesn't laugh at his jokes, his resorts to a favorite riposte, "I don't care if my jokes bomb. They go straight to heaven where they get 72 virgin jokes" - a reference to the promise of 72 virgins for Muslim suicide bombers.

But his iconoclasm has its limits. During a recent television comedy special filmed near the Wailing Wall in Jerusalem, he said he had planned to scream, "Hey, you crybabies, stop all that wailing." But he said the site of solemn worshipers prompted him to skip the joke.

Marzouk says that the ascent in Denmark of the far right anti-immigrant Danish People's Party has made his life more difficult. "When the politicians are so extreme, that makes it hard for a comedian or satirist," he says, "because what can you say that can top them?"

Still, he can't resist mocking Danish Islamophobia. He recently noted on a televised Christmas special that Santa Claus would never have been able to emigrate to Denmark because Saint Nicholas, a 4th-century saint, lived on the southwest coast of Muslim Turkey.

Anticipating his critics, Marzouk has a special death threat section on his Web site where he invites readers to choose between killing him by beheading, by blowing up his car or by firing squad. At last count, he said, 500 people had responded, with beheading the leading choice of execution.

But he adds that he will emerge alive since he has no intention of staying on in Denmark. "I am moving to London because I'm tired," he said. "Things are too tense here, and it is no longer as fun to try and be funny."

Anónimo dijo...

Dear LLuis, WHAT IS THIS?Is the ostracism so radical around Basque region?trying to kill. STOP the terrorists. Pls read on,
Basque explosion follows ETA protest
Two people were injured in Vitoria, the capital of Spain's Basquecountry,when an explosive device went off at a bank cash machine onSaturday night. Spain's Interior Minister has blamed the attack onthe Basque separatist group ETA. Itcame just hours after tens of thousands of people have marched in Madrid to protest what they said are moves by Spain's Socialist government to negotiate secretly with ETA. Prime Minister Jose Luis Rodriguez Zapatero has denied opening talks and says ETA must first lay down its arms permanently. A recent poll showed most Spaniards agree with the approach.