Me permitirán que comente la secuencia que se contempló anoche en el palco del estadio Lluís Companys, sede de los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, y actualmente centro transitorio del Real Club Deportivo Espanyol de Barcelona. Se jugaban los últimos minutos del segundo tiempo. El partido contra el Barcelona transcurría en un empate con una gran tensión.
De repetente empezaron a caer bengalas a la afición blanquiazul. Eran los Boixos Nois que tienen prohibida la entrada en el Camp Nou del Barça pero ahí estaban con pancartas y griterío insultando y lanzando misiles contra la afición contraria. Absolutamente impresentable que no se hubiera prevenido la entrada en el recinto de las bengalas.
Las cámaras enfocaban al palco. Me fijé en la actitud de los cuatro personajes centrales: el president Montilla, el presidente del Espanyol, Daniel Sánchez Llíbre, el presidente del Barça, Joan Laporta, y el delegado del gobierno central en Barcelona, Joan Rangel.
Varios aficionados del Espanyol rompieron las verjas para invadir el campo y evitar así ser alcanzados por los misiles rojos que caían de la parte alta.
El president Montilla permanecía inmutable. Como si no fuera con él, el mantenimiento del orden en un estadio de fútbol. Sánchez Llibre lo miraba con aspaviento. El presidente Laporta aparecía airado, moviendo las manos, dirigiéndose al delegado del gobierno, al parecer, porque los periquitos le culpaban de la presencia de los Boixos Nois en el Estadio. Era injusta esta acusación porque una de las cosas positivas que ha conseguido Laporta en sus años de presidente es expulsar a esos personajes del Camp Nou.
Seguían cayendo bengalas y no se observaba ni la gorra de un Mosso d'Esquadra en el Estadi Olímpic. La seguridad del club era del todo insuficiente para mantener la avalancha que se dirigía hacia el césped. El árbitro detuvo el encuentro. No aparecían guardias por ninguna parte.
El palco seguía igual. Montilla quieto, Sánchez Llibre asombrado, Laporta gesticulando hacia no se sabe quién y el delegado Rangel impávido.
Transcurrían los minutos y los Mossos no aparecían. El vicepresidente del Espanyol comparó la Liga a un prostíbulo. Laporta seguía moviendo los brazos airado. La noche pintaba fea. Casi diez minutos después un grupo de Mossos rodeó a los Boixos Nois que permanecieron en Montjuïc hasta bastante después de terminar el partido.
Un espectáculo lamentable. Primero por las escasas medidas de seguridad que no detectaron la entrada de las bengalas en el estadio. Segundo por la inactividad de los Mossos ante un altercado que podía haber causado daños personales y materiales. Tercero por la pasividad de las máximas autoridades del país. Y cuarto por la falta de temple del presidente Laporta que no era anfitrión sino invitado.
Un dudoso penalti en el último minuto contra el Espanyol que transformó Messi acabaron sembrando la rabia por la gradería blanquiazul. Anoche no vimos un partido de fútbol. Contemplamos la barbarie en acción ante la pasividad en directo de las máximas autoridades políticas del país y de los presidentes de los dos clubs.
Afortunadamente no ocurrió nada irremediable. Pero así no se puede jugar una Liga. El deporte sin civismo y sin un cierto "fair play" es una barbarie.
domingo, septiembre 28, 2008
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5 comentarios:
Sr.Foix: Lo de ayer en el palco es solo un pequeño reflejo de lo que ocurre en nuestro país cuando hay problemas, todos miran al tendido, se quitan las pulgas de encima y esperan que escampe, un día habrá mala suerte y ocurrirá una desgracia, un día la gente se calentará más de lo debido y se tomará la justicia por su mano.
Sr. Foix su coementario a los hechos es de los pocos ecuanimes que he leido o escuchado. Felicidades.
La directiva del Español es ineficaz, tambien para esto, la del Barça es la viva imagen del cinismo, el govern paralizado y el gobierno ausente. Los mossos solo estan para poner multas. Los jugadores del Barça no jugarian en varios meses en la liga inglesa con actitudes como la que tuvieron con los aficionados violentos.
El partido o el arbitro son secundarios y, lamentablemente, lo anecdotico de anoche.
No soy aficionado ni vi el partido, pero puedo imaginármelo. El cariz que está tomando el asunto del incivismo en Barcelona es preocupante, no solo en los campos de fútbol. Deslizarse por la pendiente de la degradación es muy fácil; enderezar una situación deteriorada muy difícil, por no decir imposible. Y desde luego no me convence la excusa de que los peligros de actuar son mayores que los de no actuar.
La policía ya no se atreve a plantar cara a los gamberros -antisistema, los llaman ahora- incluso los revisores de los autobuses y tranvías van en grupos de a tres y aún así, a veces, salen malparados.
La cosa está seria. La historia ha marcado al Espanyol como un equipo sospechoso de escasa catalanidad, todos conocemos este hecho y no vale la pena entrar a debatirlo; deberíamos, en todo caso, fomentar el respeto y la tolerancia. Como dice el Sr. Bartolomé y Brian se están perdiendo los papeles y el prestigio de la convivencia ciudadana de Barcelona. No se quiere reconocer, pero no todos los problemas que tenemos son debidos a agentes externos, al supuesto enemigo exterior. Nosotros también somos responsables de gran parte de ellos.
Lluís, fue vergonzoso.
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