El amplio resumen del libro de reflexiones de Vaclav Havel, To the Castle and Back, publicado este fin de semana en el Financial Times, es un leve pero profundo grito de alarma sobre el futuro de Europa.
No entiende, el que fue presidente de Checoslovaquia y presidió muy a su pesar la partición entre Chequia y Eslovaquia, que las sociedades post comunistas de Europa central hayan abrazado sin pensar la globalización y el consumismo rampante que dominan el mundo de hoy.
Conocí a Vaclav Havel en diciembre de 1990 cuando su figura era indiscutible y estaba todavía por encima de las pugnas políticas internas. Era el símbolo atípico de una revolución que recorrió el centro de Europa a la caída del Muro de Berlín.
La conversación con Havel tuvo lugar en el castillo de Praga, uno de los monumentos más espectaculares de la cultura y del poder en la historia de Europa. Hablamos un par de horas en un despacho rodeado de libros, varios paquetes de cigarrillos, mucha pintura moderna y papeles garabateados cubriendo la mesa.
Havel intentaba construir, desde sus ideas cultivadas en la clandestinidad, en la cárcel y en la oposición abierta al régimen totalitario, un país que se incorporara nuevamente a la historia de Europa. He consultado la entrevista que entonces se publicó en este diario y Havel ya era pesimista desde el castillo de Praga. Estas sociedades, decía, “han estado enfermas y descompuestas. Y lo siguen estando. En cierto sentido pienso que nuestro país, socialmente, está peor que hace un año”.
Casi veinte años después no ha superado su pesimismo que no es sólo sobre la globalización y el consumismo sino que va más allá al escribir que “tengo la sensación de que somos la primera civilización en la historia de la humanidad que es completamente atea. La existencia humana no está metafísicamente anclada en ningún código moral de conducta del que se puede deducir un código legal”.
Habla de los “pequeños checos”, aquellos que acarician sólo el ideal de disfrutar de todo, hasta donde sea posible, sin luchar, sin trabajar, sin ningún coste. Havel no es una referencia para los progresistas que van de congreso. Pero sus reflexiones merecen ser leídas porque las hace un personaje decepcionado por aquella revolución de terciopelo que se construyó desde la resistencia pasiva, inteligente y culta, contra las dictaduras de media Europa.
lunes, julio 07, 2008
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6 comentarios:
Sr.Foix: Hoy la máxíma reflexión social que puede uno encontrar es sobre el uso o no de la corbata en verano y el futuro se reduce a los cuatro años de expectativas de poder en el gobierno.
Lluís, el que tiene que reflexionar y a fondo es Laporta.
///ENRIC///
La verdad es que reflexionar, lo que se dice reflexionar, se reflexiona poco por estas tierras, más bien nos vacilan más cada día.
Sr Foix: Para reflexionar no hay nada como leer este blog y sus comentarios.Esto me lleva a reflexionar que....Qué pesaditos estais con Laporta y el Barça!!!!.Un saludo
@Africa, llevas razón, estamos un pelin pesaditos con el tema.
Un saludo,J.Vilá.
Sr.Foix: En un chiste irlandés,un conductor le pregunta a alguien que pasa "cómo llegar a Dublín",y éste le contesta: "Si quisiera ir a Dublín,no arrancaría desde aquí".
Quiero creer que cada vez hay más personas que reflexionan y saben lo que quieren del mundo...
Mediante algunas emisoras de radio,algunos libros y blogs como este ,mis pensamientos quedan abrazados o conectados con otros que los mantienen con vida :-)
Un cordial saludo.
Balanza.
Buenas vacaciones para quien las tenga!
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