jueves, diciembre 13, 2007

Guerras sin ejércitos

La matanza de un centenar de civiles se perpetró el martes en la capital argelina. Era un día once y la relación con el terrorismo de Al Qaeda es inevitable. Ayer la violencia política visitó macabramente Líbano e Iraq. En Beirut explotó una bomba cerca del palacio presidencial y murieron varias personas, entre ellas un general que iba a ser designado jefe de las Fuerzas Armadas. La relativa calma que se vivía en Iraq en las últimas semanas se ha roto con un triple atentado con bombas suicidas en la ciudad de Amara. Murieron unas cuarenta personas.

Estas barbaries se cometen fuera de las fronteras del llamado mundo occidental. Pero sería muy irresponsable no darles la importancia que tienen en unos tiempos en los que la guerra contra el terrorismo sigue sembrando muertes en aquellos países que se ha pretendido democratizar con la fuerza militar, al margen del derecho y sin tener en cuenta los daños colaterales causados a tantas personas inocentes.

La guerra se ceba cada vez en las víctimas que no tienen nada que ver con el conflicto. En la Gran Guerra de 1914 sólo un 5 por ciento de las víctimas eran civiles. En la Segunda Guerra mundial la cifra de bajas civiles se elevó al 66 por ciento. En la actualidad, según cuenta Eric Hobsbawm en su último libro, Guerra y paz en el siglo XXI, que la proporción de víctimas civiles en cualquier guerra se sitúa entre el 80 y 90 por ciento del total. De la guerra entre los ejércitos se ha pasado a la guerra contra los pueblos que son víctimas de decisiones políticas equivocadas y de la alta tecnología que utilizan los estados mayores para castigar a los enemigos.

Se han registrado más de cuatro mil bajas de soldados en Iraq desde que empezó la guerra en marzo de 2003. La mayoría son norteamericanos. No han perdido la vida en trincheras o en campos de batalla. Han muerto por la acción de lo que cabría denominar las bombas atómicas de los que no tienen armas. Casi todas las acciones terroristas de quienes matan bajo la franquicia de Al Qaeda comportan la inmolación de uno o varios suicidas.

En estas condiciones es muy difícil ganar la guerra al terrorismo internacional. Ni con más de 150.000 soldados desplazados en Iraq, ni con los abusos cometidos en sus cárceles, ni con Guantánamo y todo lo que significa para la dignidad humana, ni con discursos ni con más fuerza. La fuerza de los ejércitos es contestada con la vida de los que matan muriendo. Es urgente cambiar de estrategia y desplegar el “poder blando” y no el “poder duro”, utilizando la expresión del profesor Joseph Nye.

Winston Churchill, que experimentó las desgracias de tres guerras imperiales en India, Sudán y África del Sur, advirtió proféticamente en 1901, mucho antes de que el destino le situara al frente de Hitler, que las guerras entre los pueblos serían mucho más terribles que las guerras entre los reyes. Los que más sufren sus consecuencias son las víctimas inocentes.

7 comentarios:

BartolomeC dijo...

Sr.Foix: "El patriotismo en el campo de batalla consiste en conseguir que otro desgraciado muera por su país antes de que consiga que tu mueras por el tuyo", es una frase de George S.Patton al que hoy David Madí pretende rememorar en su libro. Personalmente tengo la sensación que en esto de las guerras, el orden de los factores no altera el producto, los ejercitos siempre se han nutrido de personal civil necesitado o "voluntarios" forzosos, dispuestos a morir por la patria. Hoy en día cuesta mucho preparar a un militar y no es productivo tener bajas, por eso las bajas se producen en el ámbito civil, esas bajas que se entierran a cientos en zanjas sin ninguna ceremonia de estado ni medios de comunicación.

Anónimo dijo...

Tenemos mucha suerte de vivir dónde vivimos y cómo vivimos.Nuestros abuelos y algunos padres vivieron la guerra, y nos enseñaron que en ellas sólo hay perdedores.Es una lección que ningún pueblo debería olvidar.Ni siquiera los que están aislados en las montañas.

Me da la sensación de que antiguamente las guerras,por supuesto todas inexcusables ,antes tenían más sentido: desinformación ,analfabetismo, hambrunas,etc. Todo esto era a nivel mundial.

Ahora la lucha de los países ,tanto desarrollados como los menos desarrollados, depende de todos.No creo que los países más pobres puedan abastecerse ellos mismos una guerra.Son muy diversos los hipocentros de las guerras de estos tiempos, pero todos tiene algo en común:se puede hacer algo y no se hace porque no conviene.

El terrorismo es la resina que el árbol cortado suelta por dolor,odio y rencor.Es completamente cierto que ese resentimiento hay que erradicarlo con el "poder blando" ,pero éste no se puede aplicar sólo.Falta ejemplo,estrategia,firmeza y colaboración de todos los países.

Pd: Acabo de tener la oportunidad de hablar con un tunesino musulmán y me ha mostrado su indignación por lo ocurrido en Argelia.A lo que ha añadido que en su país eso no pasa porque tienen dos policías por cada tres ciudadanos.Yo me pregunto si ese sería el inicio de una posible solución.

Anónimo dijo...

@Balanza.-Dos policias por cada tres ciudadanos no puede ser nunca la solución, esa siempre es la causa.

Anónimo dijo...

Sr Foix: Ya sé que es simplificarlo mucho, pero si a las guerras acudieran los jefes de Estado que las originan , éstas acabarian en un santiamén.Cuántos civiles deben morir, todavía, para satisfacer el negocio de las armas y el ansia de los gobernantes?Un saludo

Anónimo dijo...

En las guerras siempre pierden los mismos, los militares se han convertido en una casta a proteger, son los universitarios de la muerte a los que no interesa que les pase nada, saben usar las tegnologías modernas y guiar las bombas llamadas inteligentes.

´´ dijo...

Ya , pero los soldados son también civiles y cada vez los civiles con menos salidas que acaban en el ejercito, yo no diferenciaría entre civil y soldado, la diferencia seria entre creadores de situaciones y victimas de las mismas y creo que aqui hay que mirara hacia arriba

Ivan dijo...

Desde una perspectiva histórica, lo que no es normal es lo de la Primera Guerra Mundial. Durante mucho tiempo los ejércitos tuvieron las sanas costumbres de asesinar a todos los habitantes de las ciudades conquistadas, como por ejemplo hizo Ricardo Corazón de León en Acre. Sólo cuando había que sufragar gastos exhorbitados de la milicia se les concedía la venia de ser vendidos como esclavos. O cuando interesaba acordar un armisticio con la otra parte, entonces era más "diplomático" limitarse a saquear la ciudad, como hizo Carlos V con Roma.

Lo único que ha cambiado es la conciencia colectiva, que ahora no admite esto como "normal". Es muy significativo que cineastas americanos hagan películas de denuncia de las atrocidades cometidas por su país en Vietnam o Irak.

Saludos.