Ha transcurrido un año, una temporada en la tierra, como tituló sus memorias Lorenzo Gomis comprimiendo en poco más de 400 páginas toda una vida de 80 años. Una temporada muy breve desde que Gomis decidió irse en las últimas horas de 2005, doblando silenciosamente la servilleta cuando las campanadas se preparaban para dar entrada saludando al nuevo año con el ruido y el jolgorio habituales.
Roser Bofill, su compañera inseparable, me llamó para comunicarme que Lorenzo había muerto. Cambié mi itinerario y acudí a su domicilio de la calle Balmes. Ahí estaba Lorenzo con una serenidad que se respiraba en toda la estancia. Llegó Jaime Arias a los pocos minutos. Luego el presidente Pasqual Maragall y Diana Garrigosa, el conseller Vallés y los amigos más cercanos.
Lorenzo se fue muy a su manera, sin ruido, con elegancia, discretamente, cuando el mundo se preparaba para la entrada del Año Nuevo, como pretendiendo que nadie advertiría su traspaso.
No voy a evocar lo que ha representado Lorenzo Gomis para el periodismo, para la poesía, para la prosa rica y precisa.
En las hemerotecas están sus miles de artículos publicados en La Vanguardia, sus libros de poemas, sus memorias, sus innumerables editoriales anónimos.
Quedan sus terceras páginas en la revista El Ciervo, fundada por los Gomis y Roser Bofill, una revista mensual que desafió la incomprensión de los que no creían y la ignorancia de los que no la consideraban por estar escrita en castellano teniendo su sede en Barcelona.
Pienso que está pendiente la edición de un libro que recoja todos o una selección de sus artículos en la tercera de la revista. Roser insinuó que pronto se podrían publicar en un entrañable almuerzo reciente con Salvador Giner que nos mostró las dependencias y la actividad intelectual y académica que se desarrolla en el Institut d'Estudis Catalans.
Gomis era un poeta de lo cotidiano, un maestro de la ironía, un personaje que no conocía la ofensa que sólo practicaba con sutilezas que no molestaban al afectado. Hablaba sobre la vejez, la juventud, de la inocencia de sus nietos y de la ingenuidad de sus reflexiones. Fernando Krahn dibujaba su pensamiento cada lunes en este diario con unos trazos igualmente sensibles y sutiles.
Lorenzo era europeísta porque no conocía fronteras entre naciones, estados, etnias o creencias. Reflexionaba sobre pesonajes del momento, sobre cuestiones de actualidad, sobre la historia, sobre la belleza, las actitudes humanas, el bien, el mal y también del Dios cristiano en el que había creído hasta el último de sus días.
Pasé más de treinta años siguiendo a Lorenzo muy de cerca. primero como aprendiz, luego con intercambios de opiniones cuando pasaba por la redacción de la calle Pelai estando de corresponsal en el extranjero y finalmente como encargado de sugerirle editoriales que él ejecutaba como un pianista toca un concierto sin partitura y rutinariamente.
Era tímido. Eso parecía. Si alguna vez su genio se disparaba era mejor ir a dar una vuelta y regresar cuando Lorenzo había recuperado su natural y reflexivo sosiego. Nadie es imprescindible y el tiempo olvida todas las biografías que se pierden en los libros viejos o en las amarillentas páginas de los diarios.
Pero siempre nos quedará Google y cuantos buscadores sofisticados nos suministre la tecnología del futuro para no perder las huellas literarias de este poeta y escritor, culto sin arrogancia, amante de lo prosaico y observador silencioso sobre las personas que le rodeaban.
Lorenzo se permitió ser él mismo siempre, al margen de los cambios y las modas de cada momento. Un lujo que muy pocos se pueden permitir.
lunes, enero 01, 2007
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5 comentarios:
Sr.Foix: Tengo presente en el recuerdo lo último que nos dejó Lorenzo Gomis escrito en La Vanguardia,“Se da por supuesto que los representados, los ciudadanos, sienten lo mismo que sus representantes, los diputados, sin necesidad de que los representantes conozcan y escuchen a sus representados”.
///ENRIC///
Si Gomis decía cosas como las que acabo de leer vale la pena tenerle presente.
Sr Foix: Realmente, Lorenzo Gomis sólo se fue. Mientras viva en nuestra memoria no morirá. Tuvimos mucha suerte al poder leer sus crónicas, alegrémonos por ello!
Lluis, Lorenzo era especialmente una buena persona, un saludo.
Es de agradecer que en estos momentos de tanto ruido y confusión tenga tiempo para el recuerdo de un amigo, hace un año me enganché a este Blog leyendo los comentarios a sus escritos, creo que ha valido la pena.
Un saludo/J.Vilá.
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