lunes, noviembre 28, 2005

Imposiciones y proposiciones

Charles Taylor es uno de los pensadores vivos más acreditados. Acabo de leer uno de sus libros, "El multiculturalismo y la política del reconocimiento". Dice que una "sociedad con poderosas metas colectivas puede ser liberal siempre que también sea capaz de respetar la diversidad, especialmente al tratar a aquellos que no comparten sus metas comunes y siempre que pueda ofrecer salvaguardias adecuadas para los derechos fundamentales".

Pongan los nombres y apellidos que quieran para comprender desde la racionalidad el barullo con el que nos despertamos cada día. La razón no la pueden tener todos al cien por cien. La política es el arbitraje entre los intereses contrapuestos de los ciudadanos. Sobran imposiciones y faltan proposiciones.

Se me ocurre que la democracia no es solamente una cuestión de procedimiento sino de ideas, de ideales y de compromisos con la moralidad y con la verdad.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Sr.Foix:a Taylor como a Ortega y Gasset o al mismo Durkhein le gusta extraer términos con gran carga cientifica, médica o biológica, creo Sr.Foix que estará de acuerdo conmigo en que el multiculturalismo en el Quebec francofono no es el mismo del multiculturalismo de la Banlieue,donde las chicas argelinas se ponen faldas cortas,se cambian y maquillan en los transportes públicos al ir los fines de semana al centro de la ciudad, estas chicas lo tienen que hacer así, a escondidas, para no ser golpeadas por sus mismos hermanos por el atrevimiento de cambiar sus costumbres ancestrales por los del país de acogida,tambien les molesta ver como sus hermanas son acompañadas en coche por otros jovenes a sus casas, no le extrañe pues que la agresividad terrorista se realice en transportes públicos y coches en la llamada "vieja europa" ya que la mayoria de los choques étnicos o de discriminaciones por racismo se producen en estos medios de transporte. Las normas de aceptación de este multiculturalismo no están escritas en ningún sitio y es posible que nadie se atreva nunca a hacerlo,aceptar la convivencia con culturas que carecen de principios democráticos es aceptar la existencia de compartimentos estancos y es algo que a la larga o la corta implicará crisis sociales profundas.Personalmente me quedo con la amplia concepción de libertad que estableció John Stuart Mills en On Liberty, donde ratifica una política del respeto igualitario con gran tolerancia y respeto a la dignidad de la persona, estableciendo obviamente la premisa que el respeto tiene que ser en ambas direcciones.


Bartolomé C.

Anónimo dijo...

Saludos.

Evidentemente Ben Laden no es demócrata (aunque sí millonario), solo lo son quienes lo son en conciencia, por lo tanto, solo existirán derechos humanos cuando el sistema funcione de acorde a estos, y eso solo se logra convenciendo a las sociedades.

No existe Estado de Derecho sin democracia, y no existe democracia sin cultura democrática.

La democracia es una ideología como otra cualquiera; unos la comparten y otros no.

Como recordó Zapatero en la Cumbre Euromediterránea, esta también será una batalla de ideas, y tenía absolutamente toda la razón.

Cordiales Saludos.

Fdo: Miguel Núñez.

Juan Milián dijo...

El concepto de democracia es tan flexible y se ha pervertido tanto que yo no lo usaría sin adjetivos si queremos saber de qué hablamos.

Por ello, limitaría el término democracias, a secas, a los procedimientos para cambiar o refrendar nuestras elites gobernantes. Si queremos hablar de un conjunto de valores (pienso en los derechos y libertades individuales, el respeto de la ley, etc), sería más apropiado utilizar "democracia liberal".

Por cierto, yo también prefiero el liberalismo de Stuart Mill al comunitarismo de Taylor.

www.juanmilian.blogspot.com

Anónimo dijo...

La cultura es colectiva ? se puede ser español, y tener una cultura japonesa ?Las leyes marcan los limites y el resto es opinion, pero no puedes limitar al individuo con unas leyes que oprimen aunque esten aprobadas por la mayoria ,el individuo esta por encima del ciudadano.
albert vives

Ivan dijo...

Coincido completamente con su definición de democracia, sin calificativos superfluos, del último párrafo. La "ideología democrática" supone esos compromisos, de la misma manera que un "Estado democrático", aparte de un sistema electoral determinado precisa un sistema judicial "justo", valga la redundancia.

La gran cuestión de nuestra época, apuntada por algún comentario anterior, es cómo reaccionar desde una posición democrática a los ataques inmorales o antidemocráticos, incluso cuando se realizan desde dentro del sistema.

Es fácil decir qué hacer (más difícil establecer cómo hacerlo) ante ataques terroristas, pero: ¿qué hacer ante la mentira, la infamia sistemática, la demagogia y el abuso de poder?

Me viene a la cabeza su artículo sobre la impunidad de [determinados] periodistas. Y también tengo muy presente la actuación del Partido Popular, especialmente escandalosa en aquellos que como Aznar, Acebes, Zaplana y ahora Piqué, han detentado las más altas responsabilidades.

Un saludo,
Ivan.

Anónimo dijo...

Provocaciones de Zapo a la guerra civil:

--Las campañas de histeria y manifestaciones con kale borroka, asalto a sedes del PP, a supermercados y otros establecimientos, bajo banderas totalitarias y anticonstitucionales.
--Habernos puesto en la diana del terrorismo islámico al prometer la retirada de tropas de Irak
-- Haber premiado al terrorismo islámico y merecido los plácemes de "El Egipcio", uno de los cerebros de la matanza de Madrid.
--Haber echado por tierra el Pacto Antiterrorista en obsequio de la ETA, haberla legalizado nuevamente y haber reforzado a la organización asesina a costa del estado de derecho
-- Auspiciar un estatuto anticonstitucional que está provocando una crisis de nuestra democracia de consecuencias incalculables.
-- Financiar y promover campañas de recuperación de la propaganda y el rencor de los años 30, acompañadas de medidas provocadoras absolutamente innecesarias como la retirada de estatuas de Franco, dejando las de los organizadores de la guerra, Prieto y Largo Caballero
-- Destruir archivos en función de intereses políticos oportunistas
-- Aliarse con dictaduras muy perjudiciales para España, como la de Chávez, la de Castro y, sobre todo, la de Mohamed VI
-- Reconocer que no se siente español y sí afincado en "la libertad" de sus amigos dictadores
Y así unas cuantas cosas más. En cualquier país normal muchas de sus actuaciones se considerarían alta traición.

Anónimo dijo...

La gran mentira de EE.UU sobre Yugoslavia

James Petras

John Stuart Mills, famoso pensador del siglo XIX e ideólogo de la democracia y del liberalismo, estaría indignado por el tipo de democracia representativa que fomentan Washington y la Unión Europea.

Por ejemplo, ¿qué pensaría Mills del proceso electoral de Yugoslavia, donde Washington y la UE han bombardeado y destruido los medios informativos públicos, y financiado con millones de dólares y de euros a los medios de comunicación privados de sus clientes políticos? ¿Llamaría Mills a esto una democracia representativa o una democracia colonizada? ¿Consideraría democrática la campaña política de Yugoslavia cuando los clientes de Estados Unidos reciben millones de dólares para su propaganda electoral y el Estado yugoslavo se ve amenazado por una posible invasión de la OTAN en caso de que Milosevic gane las elecciones? ¿Hasta qué punto el electorado yugoslavo se siente con libertad para elegir a su presidente cuando Estados Unidos lleva a cabo maniobras militares en Rumanía, Croacia y el Adriático precisamente durante la campaña electoral? John Stuart Mills no podría llamar libres a unas elecciones en las que grandes potencias europeas intentan influir en los resultados recurriendo al boicot económico o a la promesa del levantamiento de las sanciones. De acuerdo con la teoría clásica de la democracia, la intervención imperial y la violencia no son compatibles con un sistema representativo por la simple razón de que la intimidación física y el chantaje económico son incompatibles con la libertad para elegir de forma racional a los candidatos y a sus programas políticos.

La intervención de Washington y de la UE en el proceso electoral de Yugoslavia no es más que la extensión de su política de agresión bélica. De acuerdo con la teoría modificada de la democracia que han difundido las potencias de la OTAN, el sistema democrático consiste en la libre elección de candidatos por los ciudadanos... según los parámetros económicos y políticos de los poderes imperiales. Esta es una declaración de principios que causaría rubor a los cínicos de la antigüedad.

Los resultados electorales en Yugoslavia demuestran la hipocresía y las mentiras que se esconden tras la demonización de Milosevic que han ido construyendo Washington y la UE. ¿Cómo es posible que un dictador permita que la oposición gane unas elecciones? ¿Cómo es posible que ese dictador admita que ha sacado un 10% menos de votos y se someta a una segunda vuelta electoral? ¿Cómo es posible que ese dictador tolere manifestaciones y actos de protesta a lo largo de todo el país, incluyendo la ocupación de oficinas oficiales? A pesar de todo, Washington y Bruselas continúan demonizando a Milosevic e intentando que se retire del poder antes de la segunda vuelta del domingo. La mayoría del pueblo yugoslavo no está de acuerdo con esta política, a pesar de la protesta de 15.000 personas, la mayoría estudiantes, que salieron a la calle el pasado 29 de septiembre.

La táctica de la gran mentira adoptada por Washington no ha podido ser refutada de manera consistente porque la Administración americana tiene una capacidad infinita de inventar nuevos embustes. Primero, EEUU y la UE argumentaron que el dictador Milosevic no iba a celebrar elecciones. Cuando convocó las elecciones, dijeron que estaban amañadas para que ganara el presidente serbio. Cuando se hicieron públicos los resultados y el Gobierno de Milosevic declaró a la oposición vencedora, Washington se opuso a la celebración de la segunda vuelta. Sistemáticamente, ha quedado en evidencia que todas las hipótesis de Washington sobre Milosevic eran falsas. La verdad es la contraria. Washington y sus aliados europeos han demostrado ser los autoritarios al intentar imponer el triunfo de su peón Kostunica y negarse a aceptar las más elementales normas democráticas. ¿Cómo es posible que la oposición democrática haya recibido millones de dólares de poderes extranjeros? Las leyes federales de EEUU prohíben recibir fondos de grupos foráneos, un delito que se castiga con cinco años de cárcel. Si las leyes estadounidenses se aplicaran en el caso de Yugoslavia, el líder de la Oposición debería ser juzgado y condenado.

La modificación fundamental de los principios democráticos, el vaciado de su contenido, también es evidente en las relaciones con otros países. Una potencia imperial (EEUU) firma un acuerdo internacional en 1994 con Cuba para fomentar la emigración ordenada de civiles conforme a los procedimientos legales y para garantizar el respeto bilateral de las leyes internacionales contra la piratería aérea. Ambos países se comprometieron a detener y repatriar a los infractores. Cuba ha seguido escrupulosamente el espíritu y la letra de este acuerdo internacional. Washington, en cambio, ha optado por aplicar la ley de forma selectiva, otorgando su ciudadanía a los secuestradores de aviones, como ha hecho este mes, mientras exige a Cuba el cumplimiento del acuerdo. Al recompensar a los piratas aéreos concediéndoles automáticamente la ciudadanía estadounidense, Washington pretende reescribir las normas que rigen las relaciones internacionales: las potencias imperiales podrán, a partir de ahora, tomarse la libertad de violar con impunidad los acuerdos internacionales, mientras le exigen al resto del mundo que los acate.

¿Qué hay detrás de estas burdas modificaciones de los principios democráticos establecidos y de la terrible subversión de las leyes internacionales? En el caso de la agresión de la OTAN a Yugoslavia, según el general alemán retirado Heinz Lockwell, «la Alianza quería nadar y guardar la ropa; eligió una nación pequeña e insignificante para demostrar su credibilidad y allanar el camino hacia una nueva estrategia global». Es decir, La OTAN estaba empeñada en reafirmar su poder imperial, en advertirles a los líderes disidentes de todo el mundo de que pueden ser aplastados si se atreven a desafiar a Estados Unidos o a la UE. La democracia como imposición externa mediante amenazas militares y chantajes económicos es sólo un pretexto para reafirmar la supremacía imperial de Occidente.

En el caso de la violación unilateral por parte de Washington de su acuerdo con Cuba, intervienen factores más vulgares: la Administración Clinton considera más importante captar el voto de unos cuantos miles de exiliados cubanos de Florida que cumplir las normas internacionales. He aquí la combinación del desprecio que siente el imperio por las leyes con las tácticas rastreras y escandalosas de un demagogo. La decisión de Washington de aprobar el secuestro de aviones cubanos, a fin de obtener votos para el Partido Demócrata, ha provocado un conflicto con importantes sectores de la clase empresarial estadounidense: las organizaciones empresariales más poderosas -la American Farm Bureau y la National Association of Manufacturers- se han declarado públicamente partidarias de normalizar de las relaciones con Cuba, pues se trata de un nuevo mercado que permitiría aumentar las exportaciones norteamericanas.

Si los países de la OTAN están violando efectivamente las normas básicas de la democracia y las leyes internacionales, habrá que responder a dos preguntas: ¿qué principios están poniendo en vigor y cuáles son las consecuencias?

Como se ha sugerido antes, el principio fundamental que determina la política de la OTAN es la construcción del imperio: la transformación de los ciudadanos en súbditos fieles que subordinen sus intereses y sus políticas al servicio de las potencias occidentales. Si de las elecciones libres surgen líderes serviles, tanto mejor. Pero si los pueblos cometen la imprudencia de elegir libremente a un líder independiente, serán castigados por la OTAN hasta que se arrepientan. Lo mismo ocurre en el ámbito de las relaciones internacionales: la violación unilateral de los acuerdos y los actos terroristas al servicio de los soberanos imperiales son compatibles con los principios operativos de la Alianza. Los métodos que la OTAN considera buenos para ella son reprobables si los usan países satélite.

El problema de este planteamiento es que algunos adversarios de la OTAN no responderán a la retórica del imperio, sino a sus prácticas. Si el imperio es partidario del terrorismo, ¿por que no habrían de serlo también sus oponentes? Estas modificaciones de la teoría de la democracia efectuadas por el imperio y la subversión de las leyes internacionales alentarán a los imitadores y generalizarán las prácticas autoritarias. Con un poco de suerte, sin embargo, los pueblos no se verán obligados a elegir entre los gobernantes del imperio y sus adversarios pretorianos; resistirán la tentación de imitarlos y elegirán el camino de la independencia política y el sistema representativo. Para seguir los principios liberales de John Stuart Mills, quizá convendría leer con detenimiento los textos de Karl Marx.

Tomado de La Insignia. Publicado en el diario español El Mundo, 5 de octubre de 2000.

Anónimo dijo...

Agradables comentarista ser un poco mas breves.
ALBERT VIVES.

Anónimo dijo...

Saludos.

Hoy en día hablar de "democracia liberal", aunque correcto, desde la más pulcra ciencia política, es prácticamente una redundancia, dado que las democracias orgánicas, al no tener separación de poderes, son sistemas abocados a la corrupción, y por lo tanto, no son realmente democráticos (hablamos de democracia real, no solo formal).

Es una pena que el señor Petras ignore de una manera tan bochornosa las matanzas practicadas por todos los bandos en la antigua Yugoslavia, y que llevaron a la OTAN a intervenir.

Evidentemente comparar eso con el caso cubano es una completa y absoluta barbaridad sin sentido, desde el principio hasta el final.

La cultura no es colectiva en su sustancia, pero si puede ser colectivamente compartida, tanto en cuanto dos individuos pueden estar de acuerdo en algo.

El liberalismo solo hace del individuo el elemento axial del sistema, pero no lo mete en una burbuja de cristal.

Decir que la cultura colectiva no existe es tanto como decir que las diferencias entre individuos son tan elevadas que serían imposibles las ideologías, los Estados, los partidos políticos.... y hasta el amor. No se sostiene.

La batalla es ideológica, y es muy real, y hablar de individualismos exacerbados no solo es irreal, sino que incluso puede ser peligroso en este terreno, dado que mientras nosotros solo creemos en individuos, Ben Ladem y sus amigos crean auténticos borregos del fanatismo criminal.

Estoy totalmente de acuerdo en algo:

Un nuevo demócrata irakí creerá más en la democracia que Bush, porque no hay nada que valores más que aquello que más te ha costado conseguir, y desgraciadamente los norteamericanos infravaloran demasiado los derechos civiles ... es lo que tiene tener algo desde hace 200 años y no haber tenido que dar tu vida por defenderlo en tu propia casa.

Saludos cordiales.

Fdo: Miguel Núñez.

Anónimo dijo...

De Carlos M.Abella/la Coruña

La globalización y el multiculturalismo son dos realidades relacionadas. El aumento de las desigualdades económicas en el mundo ha conllevado la emigración desde las zonas menos desarrolladas hacia las más prósperas, lo que ha supuesto la llegada a los países occidentales de gentes con diversas culturas. Pero, al mismo tiempo, la globalización, en tanto encarnación del neoliberalismo económico, ha supuesto la erosión del Estado del Bienestar y de muchos derechos sociales y, en consecuencia, ha aumentado las desigualdades en el interior de los países desarrollados. De esta forma la integración socioeconómica y cultural de los inmigrantes se ve dificultada. Como resultado, se perfila un escenario con muchas sombras para la convivencia multicultural y la justicia social.

Sergio Brosa dijo...

Me gusta particularmente aquello de que el nivel de democracia -de un país, un gobierno- se mide por el grado de respeto a las minorías.

Ahora pongamos nombres y apellidos, en efecto. Si en Catalunya uno está en contra del proyecto de nuevo Estatut, los "oficialistas" le tachan de anticatalán o de comulgar con el PP. Si estás a favor del Estatut eres un separatista a los ojos del PP -aunque tal como se ha redactado el proyecto...- Si el PP dice que es de día y luce el sol en el cielol ¿tendrá uno que decir que es denoche para desmarcarse del PP, pongamos por caso?

Cuando faltan los argumentos de crítica, lo fácil y abominable a la vez, es recurrir al insulto, la mentira, embrollar, confundir y practicar la demagogia. Qué lamentable espectáculo nos dan muchos de nuestros representantes políticos.

Anónimo dijo...

Saludos.

Uno puede estar en contra del Estatut de Catalunya, pero hay formas y formas, y la forma de crítica del Partido Popular ha sido horrible.

Rajoy ni siquiera intentó ocultar en el debate sobre el Estatut que el propio Estatut le importa un carajo; era un mero instrumento para llevarse por delante a Zapatero.

"No nos desprecie tanto señor Rajoy". Artur Mas dixit. Congreso de los Diputados.

Es que ser anti-catalán es ser anti-español, porque Cataluña forma parte de España. Cuando se le hace boicot a Cataluña, le estás haciendo boicot a tu propio país.

La derecha española no es patriota de España: es Nacionalista Madrileña.

Solo así se explica la tendencia a defender Endesa en contra de Gas Natural, como si Endesa fuera más española que Gas Natural.

El PP se ha molestado demasiado en hacer de vocero de los nacionalistas catalanes, le está haciendo la campaña al nacionalismo periférico, y está ayudando a romper España.

Lo siento muchísimo por si molesto a alguien, pero yo, estando en contra del Estatut de Catalunya, opino que la forma de hacer política del Partido Popular es profundamente deleznable e irresponsable.

Cordiales saludos.

Fdo: Miguel Núñez.

Anónimo dijo...

Las formas de oposicion son complicadas, se intentan ganar espacios pero creo que restan mas que suman.Un partido en la oposicion tiene la idea de volver a gobernar en dos años y su politica va encaminada a ello .
El estatut es un tema complejo.
albert vives

Anónimo dijo...

CARTAS AL DIRECTOR

Subvenciones a partidos

Roberto L. Blanco Valdés - Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela

EL PAÍS - Opinión - 30-11-2005

Alguno de sus asesores ha debido informar mal al señor ministro de Industria, Comercio y Turismo. En una entrevista publicada en su diario el domingo 27 de noviembre, don José Montilla explica el impago de un crédito del PSC entre 1989 y 2004 aludiendo a que supone que "no había recursos para pagarlo, porque en los primeros años de la democracia no había subvenciones públicas".

Como el señor ministro puede constatar consultando el BOE, su afirmación es totalmente incierta. Las subvenciones públicas a los partidos estuvieron contempladas desde las primeras elecciones democráticas: en concreto, por el Real Decreto-ley 20/1977, de 18 de marzo, para las elecciones generales; y por la Ley 39/1978, de 17 de julio, para las locales. Siento que así no le cuadre su argumento, pero ésa es la verdad.