domingo, diciembre 26, 2004

Los felices irlandeses

Resulta que Irlanda es el mejor país del mundo para vivir, donde hay más felicidad, más equilibrio y más progreso. Está por encima de Francia, de Estados Unidos, de Alemania y de Inglaterra. El segundo país en calidad de vida es Suiza, seguida de Noruega, Luxemburgo, Suecia y Australia. España ocupa el décimo lugar.
Medir el bienestar general de un país es tan complejo como arbitrario. Pero es lo que hace anualmente la revista “The Economist” en su publicación de prospectiva “The World in 2005” al situar una serie de parámetros que les conducen a sacar conclusiones más o menos razonables.
Se quedaría estupefacto James Joyce que nos describió la suciedad y la miseria de los irlandeses en su espléndida novela los “Dublineses”. Quien haya tenido ocasión de transitar hace unos años por las calles de la capital irlandesa recordará el espectáculo de borracheras casi colectivas desafiando el clima de madrugada en O'Donnell Street. Los “pubs” repletos de gentes en estado etílico, la pobreza generalizada y las librerías de viejo en las orillas del río ofreciendo libros de la convulsa historia de Irlanda.
En los “pubs” ya no se fuma y está prohibido beber en las calles. Está previsto que el año próximo se introduzca un impuesto para los consumidores de “chiclés” y se pretende prohibir la comida rápida servida en paquetes.
“The Economist” ha hecho una encuesta global teniendo en cuenta los ingresos per cápita, la salud, libertad, empleo, vida familiar, clima, estabilidad política, vida comunitaria e igualdad de género. Irlanda es la primera en el mundo al combinar los ingresos, la estabilidad familiar y la vida comunitaria.
Algo tiene que ver su pertenencia a la Unión Europea y el haber encauzado el problema del Ulster con la colaboración de la Inglaterra de Blair para detener el terrorismo del IRA. El hecho es que todas aquellas estatuas de patriotas exaltados que jalonan muchas plazas y calles de Dublín tendrán que calmarse un poco.
Irlanda no necesita una revolución como presagiaban Marx y Engels en sus cartas cruzadas. La revolución ya se ha producido de la mano de gentes que parecen gozar de la vida. El mismo Cromwell que consideraba a los irlandeses bestias salvajes que debían ser exterminadas no se lo creería. Si no fuera por los vientos atlánticos que soplan en toda la isla casi siempre no me importaría irme a vivir a Dublín.

El terrorismo no vencerá

Los problemas que no hemos enterrado en el año que termina seguirán vivos en los próximos tiempos. Me refiero al terrorismo internacional que no tiene residencia fija, que ataca indiscriminadamente a civiles allí donde le es más fácil, que opera en una invisible red mundial cuyas terminales pueden estar en cualquier lugar del planeta. Hay terroristas en activo y los hay durmientes. Aparentemente atacan siguiendo instrucciones de personajes cuya identidad es prácticamente virtual. Los vemos en la televisión anunciando nuevas y terribles catástrofes.
El terrrorismo internacional está relacionado con la capacidad de movimiento de millones de personas que se trasladan de un lugar a otro, que conviven entre nosotros, que usan nuestras tarjetas de crédito y que viajan en los aviones de líneas regulares.
Disponen de dinero y muchos de ellos están integrados en las comunidades académicas, comerciales y laborales de las sociedades más desarrolladas de Occidente.
En tiempos pasados los enemigos podían ser estados determinados, ejércitos concretos y regímenes políticos que nos habían declarado directa o indirectamente la guerra.
Se ha producido una cierta desproporción en la forma de combatir a quienes pretenden desestabilizar los sistemas democráticos. Cuando en tiempos pasados se detectaba un adversario, se preparaban ejércitos para enfrentarse a enemigos que tenían estado, caras conocidas y representaban a regímenes cuyas intenciones eran bien conocidas.
Hemos comprobado a lo largo de este año que los ejércitos, por muy poderosos y sofisticados que sean, no consiguen derrotar al terrorismo. En Iraq, sin ir más lejos, no solamente no había terrorismo hace dos años sino que ahora parece mucho más determinado y eficaz para resistir la presencia de tropas extranjeras.
En nuestro país en concreto el presidente de gobierno ha decretado una alerta general desplegando a miles de soldados, policías y fuerzas autonómicas para detectar y neutralizar a posibles terroristas que supuestamente están preparando una nueva matanza de civiles inocentes.
Sería lógico que si Estados Unidos, Rusia, Europa en su conjunto y también España están poniendo toda su capacidad defensiva en detectar y prevenir las acciones terroristas, los radicales de cualqueier signo estuvieran escondidos. Y no parece que sea así.
La “red de redes” que se supone que es Al Qaeda alberga a más de cuarenta grupos terroristas islámicos repartidos por todo el mundo. Les ofrece una cobertura ideológica y operativa.
No quiero ser pesimista. Pienso que tarde o temprano la capacidad para defenderse de estas fuerzas destructivas dará sus resultados. Es cierto que han segado la vida de cientos de personas. Pero también hay que admitir que la vigilancia en las sociedades occidentales ha introducido el factor sicológico para detectar posibles ataques.
Hay que confiar en que el año 2005 sea el punto de inflexión de este movimiento que ha causado tantas tragedias en los últimos meses. No dispone de ejércitos ni de países concretos que les cobijen. Utiliza la tecnología y la red de redes para darse a conocer y para reivindicar cualquier acción terrorista en el mundo.
Sería hora de utilizar la inteligencia, los servicios diplomáticos y la generosidad para mejorar los estilos de vida de tantas gentes que son reclutadas y dejar de lado la fuerza como único instrumento para combatir el terrorismo.
Hay que hacer un esfuerzo universal para hacerles entender que podemos ser distintos pero no enemigos. Las dos culturas pueden convivir como ha ocurrido durante siglos.

sábado, diciembre 25, 2004

Misteriosa Navidad

Un lector me envía este comentario sobre el misterio de la Navidad:

La vida es un misterio y quizás la Navidad es el misterio más grande. Si somos humildes aceptaremos el misterio. Si no lo somos inventaremos "historias" para explicarlo y así tendremos poder. Hay quien explica el misterio. Tiene poder. Un falso poder. En realidad no sabemos de dónde venimos, ni adónde vamos ni qué o quién somos. Yo delante de esto, sólo tengo una palabra de aceptación. "Señor".

Estoy bastante de acuerdo con este lector

viernes, diciembre 24, 2004

Misteriosa Navidad

El misterio penetra el ambiente y la sensibilidad de miles de millones de personas en estos días. Para los cristianos es un misterio la pobreza que rodeó al que estaba destinado a salvar el mundo. Es un misterio que los poderosos de su tiempo no se dieran cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Es un misterio que haya tantos pobres, tantas injusticias, tantas mentiras y tanta maldad. Pero también es misterioso que el bien acabe sutilmente invadiendo el territorio del mal y acabe ganando la batalla.
Decía el filósofo Jean Guitton al presidente Mitterrand cuando le visitaba de escondidas y de noche en su apartamento de París y le preguntaba “qué hay más allá”. Guitton le respondía que no lo sabía pero que entre el absurdo y el misterio se quedaba con el misterio. El gran revolucionario de la ciencia en el siglo pasado, Albert Einstein, decía que lo más hermoso que podemos experimentar es el misterio. Es la fuente, añadía, del arte y la ciencia verdaderos.
Es un misterio que los que quieren imponer el bien hagan tanto mal sembrando la confusión en las gentes. El misterio es el encuentro con lo desconocido, la convicción de la limitación de cada uno ante la incomprensión de la realidad. Es un misterio el poder de las ideas que son alimentadas en el silencio del estudio y la reflexión de un académico y que pueden transformar o destruir una civilización. El mal tiene mucho campo abonado.
Pero la honestidad, la lucidez, el valor y el desinteresado amor por la verdad, el considerar al otro como propio, el pensar que los demás tienen también derechos, que piensan, que sufren, que aman y que comprenden son más poderosos que la maldad. El gran acto de fe se produce cuando el hombre decide que no es Dios. Que es insuficiente, que depende de los demás, que no impone sus criterios a los que no piensan como él. Que tiene muy en cuenta el valor de la vida y la fuerza de la libertad. Que es cómplice activo de las preocupaciones y sufrimientos de los otros.
También de sus momentos de gloria.
Es el misterio de la Navidad que proclama que es posible alcanzar una cierta cota de felicidad sean cuales sean las circunstancias que nos rodean. Cuando Cristo nació en Belén había un orden romano que lo dominaba todo. Había estabilidad. Pero también había opresión para aquellos que no aceptaban la única autoridad del César. Se perseguía a aquellos que se atrevían a pensar por su cuenta y no asumían la verdad que venía del Augusto. Había muchos esclavos entre los que no gozaban de la ciudadanía romana. El bien y el mal viajaban juntos, se entremezclaban, se confundían.
El misterio parecía entonces indescifrable. Igual que ahora. Pero la aventura del espíritu siguió su curso y ha ganado finalmente todas las batallas desde entonces. La aventura de la acción puede transformar muchas cosas. Pero es más poderosa la aventura del espíritu, de la razón, de la justicia, de la verdad y de la solidaridad. Es la que acaba transformando a las sociedades de todos los tiempos.
Misteriosa Navidad que nos recuerda que el bien es más fecundo que el mal. Aunque parezca lo contrario.

jueves, diciembre 23, 2004

Zapatero nos ha metido miedo en el cuerpo

Me ha dado un susto el presidente Zapatero. La alerta decretada desde la Nochebuena para activar un plan de seguridad antiterrorista indica que el peligro existe y que no se trata de una medida arbitraria que movilizará a todas las fuerzas de seguridad del estado en zonas de grandes aglomeraciones. El presidente Zapatero ha pedido calma a los ciudadanos ante el despliegue contra posibles atentados. Calma, lo que se dice calma, no tenemos cuando el gobierno anuncia un despliegue de esta magnitud. Cuando estamos a la espera de las conclusiones de la Comisión del 11 M se nos anuncia que algo muy tenebroso puede ocurrir en los próximos días. Después de recuperarme del susto, pienso que Zapatero debe disponer de mucha información para tomar esta iniciativa. Tenemos un problema que nos provoca miedo, ese sentimiento incierto de las cosas que pueden ocurrir. No sé si esta medida es aceptada por las fuerzas políticas. Me da lo mismo. Lo que me inquieta es que exista la posibilidad cierta de que los terroristas puedan volver a sembrar el pánico y el dolor en cualquier punto del territorio. Está bien que se movilicen las fuerzas de seguridad para evitar una nueva tragedia. Pero ya va siendo hora de que el gobierno estudie seriamente el caldo de cultivo en el que se pueda mover el terrorismo de procedencia islámica. Hay varios centenares de miles de inmigrantes en situación ilegal. La gran mayoría de ellos son personas que buscan un acomodo en nuestra sociedad. Pero sabemos que los cerebros de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos se movieron con total libertad por las costas levantinas españolas antes de perpetrar aquella tragedia que ha cambiado el curso de las relaciones internacionales. Se pueden discutir hasta la saciedad las responsabilidades de los atentados del 11 de marzo en Madrid. Pero es evidente que los que sembraron el terror y la muerte en los trenes de cercanías de la capital española eran terroristas de procedencia islámica. ¿Cuántos inmigrantes ilegales viven y trabajan entre nosotros? Se calcula que son varios centenares de miles. ¿Qué se ha hecho de tantas leyes de Extranjería aprobadas por el anterior gobierno? ¿Qué hace Rodríguez Zapatero a los nueve meses de haber formado gobierno? Soy de la opinión de que la inmigración no es un problema sino una solución. Pero esto no quiere decir que podamos vivir con tranquilidad ante el fenómeno de miles de personas que transitan por cualquier calle sin saber quiénes son, qué hacen, de dónde vienen y qué intenciones tienen. Está muy bien el espectacular despliegue policial que se anuncia para estas Navidades. Pero hay que exigir al gobierno que controle a los miles de inmigrantes que viven entre nosotros. De la misma manera que todos tenemos que cumplir las leyes para hacer más llevadera la convivencia. No podemos ver enemigos hostiles en todos los inmigrantes. Sería un grave error colectivo. Pero lo que pedimos, simplemente, es saber quién es quién. Nada más. Con la legislación sobre extranjería vigente o con otra que se puede aprobar de nuevo. Y la responsabilidad es ahora de Rodríguez Zapatero que nos acaba de meter el miedo en el cuerpo.

jueves, diciembre 16, 2004

Europa y Turquía

Los líderes de la Unión Europea van a invitar a Turquía a empezar las negociaciones de ingreso que se completaría en el curso de los próximos quince años. Es un momento histórico de gran envergadura que supone un paso de gigante para la integración del país de procedencia musulmana más grande que se encuentra en las fronteras de Europa.
Si Europa cruza el Bósforo puede ir más allá de la Anatolia y encontrarse en el trance de tener que considerar en el futuro el ingreso de Israel, Siria, Iraq, Jordania, Ucrania... La Europa de raíces y cultura cristianas es un espacio colectivo delimitado por la historia y por una cierta civilización homogénea. El continente que más ha influido en el mundo no tiene fronteras fijas. El general De Gaulle decía que se extendía desde el Atlántico hasta los Urales.
Sabemos cómo se fundó esta realidad llamada hoy Unión Europea. Pero aquellos hombres que pusieron las bases de este gran espacio político y económico no pensaron que un día entrarían países que en aquellos tiempos formaban parte de la Unión Soviética.
El ingreso de los últimos diez estados puede ser discutible desde muchos puntos de vista. Pero nadie puede ignorar la europeidad de Polonia, Chequia y Hungría. Tampoco la de las tres repúblicas bálticas. Con todas sus insuficiencias de carácter estructural forman parte de la familia histórica de Europa.
Con estos parámetros Turquía no es europea a pesar de ser un socio importante de la Alianza Atlántica y a pesar de los esfuerzos históricos desde los tiempos de Kemal Atatürk que hace más de ochenta años se empeñó en convertir a su país en un estado moderno, laico y europeo.
Hace más de cuarenta y cinco años que Turquía pidió un acuerdo con la entonces Comunidad Económica Europea. Siempre se han encontrado impedimentos de fondo y de forma para prolongar indefinidamente sus aspiraciones. Ahora se ha llegado al punto de inflexión que los turcos de todas las tendencias políticas han suspirado.
Cuentan con el apoyo de Gran Bretaña y, muy desde la distancia, de Estados Unidos. Francia y Alemania han expresado sus serias reservas. El ex presidente Giscard d’Estaign ha dicho claramente que la entrada de Turquía, una potencia islámica y asiática, significaría el fin de Europa. Un 75 por ciento de franceses no son partidarios del ingreso y el presidente Chirac ha prometido un referéndum al término de las negociaciones. La líder de la Democracia Cristiana alemana, Angela Merkel, se ha mostrado partidaria de un “trato especial” pero no de plena pertenencia a la UE.
Las negociaciones serán largas y tortuosas. El actual primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, a pesar de su alineación política como partido islámico, ha tomado muchas decisiones para que las exigencias de Europa puedan cumplirse. Antes de que empiecen las negociaciones Turquía deberá llevar a cabo varias reformas importantes.
Deberá eliminar la tortura y la pena de muerte, introducir leyes que pongan fin al derecho de los militares a intervenir en política y aprobar muchas leyes que protejan los derechos humanos. También deberá dar una salida política al pueblo kurdo. Las cuotas de emigrantes turcos a Europa deberán regularse, incluso después del futuro ingreso en la Unión. Cualquier incumplimiento de estos principios será motivo para interrumpir las negociaciones.
La entrada de Turquía puede ser un momento decisivo para la UE en el siglo XXI, de la misma forma que la Conferencia de Yalta configuró la historia de Europa durante más de medio siglo. Europa perderá partes importantes de su identidad cultural, política y religiosa. Pero también fortalecerá sus defensas contra la ofensiva del terrorismo y la cultura islámicas, una forma para desactivar la teoría del choque de civilizaciones.
Cuando Turquía finalmente ingrese en la Unión tendrá más de ochenta millones de habitantes. Este solo dato demográfico tendrá consecuencias lógicas y un tanto inquietantes. El turco será la primera lengua de la Unión y estará a la altura de Alemania en peso político.
El ingreso parece inevitable. Personalmente pienso que habría sido más oportuno ofrecerle un estatuto preferencial como paso imprescindible para conseguir la plena pertenencia. El calendario se podría haber adaptado ya que el tiempo tiene una relativa importancia en un paso de esta simbología histórica.
Cuando se ha preguntado al primer ministro turco si su país estaba buscando un matrimonio de conveniencia o una unión amorosa sincera, Erdogan ha contestado que “quiero un matrimonio católico, el que dura toda la vida”. Curioso.

Golpe a la Comisión

Todos los comparecientes en la comisión del 11 de marzo hablaron de las víctimas de la matanza terrorista de Madrid. Todos hablaban pero nadie se ocupaba prioritariamente de ellas. Los políticos iban a lo suyo, a sus pugnas partidarias, a sus acusaciones al adversario, a las consecuencias electorales de aquella tragedia, a montañas lejanas, a conspiraciones mediáticas, a verdades sin fundamento y a reprobaciones sobre la actitud del Gobierno y de la oposición en aquellos fatídicos días. Tuvo que comparecer la portavoz de la Asociación de Víctimas del 11 de Marzo para que por primera vez en los cinco meses de comparecencias todos los partidos se pusieran de acuerdo. Para callarse y pedir disculpas de cómo se había desarrollado la comisión de investigación. La voz de la señora Manjón resonaba en el silencio de una sala en la que las víctimas habían sido utilizadas como "arma arrojadiza" de unos contra otros. Les acusó de hacer "política de patio de colegio" y de no tener prioritariamente en cuenta el sacrificio absurdo de 192 muertos, protagonistas involuntarios de una siniestra batalla política. La señora Pilar Manjón, vestida rigurosamente de negro, pidió la disolución de la actual comisión por otra integrada por expertos, sin partidos, que busquen exclusivamente la verdad. Sólo queremos saber lo que ocurrió, dijo la señora Manjón, quien acudió a votar el 14 de marzo cuando todavía no se le había entregado el cadáver de su hijo de veinte años caído en la estación de El Pozo del Tío Raimundo. Después de tantos días, tantas horas de comparecencia, tantas trifulcas políticas, ha bastado la voz dolorida de una madre que representaba a todas las víctimas del 11 de marzo para que la comisión quedara moralmente clausurada. Ha sido suficiente la denuncia de la señora Manjón de manipulación política para que la comisión haya perdido su credibilidad. Se puede pedir más comparecencias y más horas interminables de interrogatorios. Pero el mensaje de la señora Manjón es compartido por millones de votantes de todos los partidos en el sentido de que se ha pretendido aprovechar la comisión para continuar la bronca política que se puso de nuevo en marcha tras el vuelco electoral del 14 de marzo. El presidente Zapatero ha anunciado la creación de un comisionado para la atención a las víctimas del terrorismo. Mariano Rajoy lo ha secundado y ha admitido que se han cometido equivocaciones. En una cuestión tan dolorosa para tantos habría sido más oportuno haber empezado por la atención a las víctimas.

Cómo eludir responsabilidades

Ahora resulta que ni partidos políticos ni medios de comunicación se han dado por aludidos por las emotivas acusaciones de la señora Pilar Manjón. Extraño. Era de esperar. La culpa es de los demás. Nosotros a lo nuestro. Y ellos a lo suyo.

Políticos y sociedad

Una sola comparecencia, sin preguntas ni respuestas, ha derribado la Comisión sobre los atentados del 11 de marzo en Madrid. La señora Pilar Manjón, vestida de negro, representaba a las víctimas de la tragedia y se dirigía a los miembros de la Comisión. Un hijo suyo de 20 años perdió la vida en el Pozo de Tío Raimundo. Cuando el 14 de marzo acudió a votar todavía no le habían entregado el cadáver.

La señora Manjón habló en un tono desgarrado, dolorido y contundente. Culpó a los políticos, a los periodistas y a los jueces de haber instrumentalizado una tragedia a favor de sus respectivos intereses. El silencio se cortaba en una sala en la que se ha “hablado de circunstancias, de manejos y manipulaciones, de desinformaciones, de confidentes y de desconfianzas. Han hablado de circunloquios o periferias. Han hablado, señorías de ustedes. Esencialmente de ustedes. Ha sido la comisión de ustedes y para ustedes”.

Las palabras de la señora Manjón las han entendido incluso los diputados de todos los bandos que no podían ocultar su vergüenza al haber utilizado el dolor de cientos y de miles de personas para sus particulares banderías políticas. Se les recriminó de haberse apropiado de la tragedia para “hacer política de patio de colegio.”

Varias de las comparecencias en la Comisión han sido deplorables y la señora Manjón lo puso de relieve al echarles en cara que “sus actitudes de aclamación, jaleos y vítores, durante el desarrollo de algunas de las comparecencias de esta Comisión, como si de un partido de fútbol se tratara”.

La Comisión ha quedado moralmente desautorizada. Ha bastado la denuncia de que el dolor y los sentimientos de las víctimas se han utilizado para seguir la bronca política que se reavivó a partir del 14 de marzo para que no sean necesarias más comparecencias. Estoy de acuerdo en que será preciso crear una investigación independiente de los partidos políticos para que se pueda establecer la verdad de cuanto ocurrió.

¿Cómo se puede encontrar transparencia si lo que se ha intentado es la manipulación política de una tragedia? Nos han convertido en moneda de cambio del juego político, decía la señora Manjón con una voz rota por la emoción y el dolor.

También en política cabe la ética y la moral. Con mayor motivo cuando los que la tienen que ejercitar están dotados de la legitimidad que les viene de la confianza depositada por los ciudadanos. Triste espectáculo el que se ha desarrollado en el Congreso de los Diputados en los últimos cinco meses. Los miembros de la Comisión olvidaron que estaban encargados de buscar la verdad sobre unos hechos tan luctuosos y se dedicaron a ir a lo suyo, a hacer política, a descalificarse, a buscar responsabilidades en otro sitio... Lamentable.

No menos sarcástica fue la referencia a los medios de comunicación a los que la señora Manjón ha cuestionado su sensibilidad. Mientras por un lado, decía, “acuden los periódicos y las agencias, los informativos de toda condición, a nosotros para que les contemos nuestro calvario, mientras son ustedes los encargados de hacerles recordar al mundo que no puede haber más “onces M” en ningún lugar del mundo, se olvidan de nosotros cuando el mercado les llama. Vendida ha quedado su conciencia de periodistas a la ley de las audiencias”.

Especialmente desgarradora fue la referencia al juicio del “Gitanillo”, con una sentencia pactada entre los abogados y con una pena irrelevante para un menor que puede cometer más delitos que afecten a la vida de tantas personas inocentes. ¿Quién filtró o vendió las imágenes de los atentados sometidas a secreto sumarial en la Audiencia Nacional?

Una cosa son las declaraciones públicas de ayuda a las víctimas del terrorismo y otra muy distinta es cómo se administran las promesas. Las quejas de la señora Manjón parecen justificadas. No se les ha atendido como se les prometió.

Ha sido un día triste por varios motivos. Porque los miembros de la Comisión no han estado a la altura. Porque han ido a lo suyo. Porque los medios no nos hemos comportado con dignidad. Porque la sociedad española en su conjunto comparte los criterios vertidos por la portavoz de las víctimas del 11 de marzo. Porque se ha visto cuán lejos están de los votantes los que les representan en el Parlamento.


jueves, diciembre 09, 2004

La rebuscada política exterior d'Aznar

Les relacions internacionals no es canvien abruptament. Responen als interessos generals i concrets de les potències de cada moment que busquen adequar el seu poder allí on pot ser discutit, enfortit o perjudicat. Les aliances acostumen a tenir llarga durada. I els enfrontaments, també. Les grans guerres civils europees del segle passat conformaren les relacions internacionals entre les potències guanyadores i les vençudes.

Espanya quedà marginada del mapa polític europeu després de la Gran Guerra. No participà en el Tractat de Versalles on es repartiren les despulles dels imperis derrotats d’Àustria Hongria i Otomà. França recuperava els departaments d’Alsàcia i Lorena que havien estat usurpats per Bismarck en la guerra franco prussiana de 1870. Rússia quedava aïllada amb la seva Revolució d’octubre de 1917. Gran Bretanya i França omplien els vuits deixats per la derrotada Constantinopla i formaren els protectorats àrabs dibuixant el mapa que avui coneixem com Orient Pròxim.

Els últims sanglots de l’imperi espanyol s’havien produït el 1898 amb la derrota en la guerra de Cuba i la pèrdua de les Filipines. La generació de 1898 s’endinsà en la nostàlgia i en l’avorriment. La Guerra Civil de 1936 tornava a situar a Espanya en el mapa del món. No només per la lluita fratricida entre espanyols sinó també perquè als camps de batalla ibèrics s’estava decidint si seria el nazisme o el comunisme el que venceria en aquella guerra civil que preconitzava la Segona Guerra Mundial.

La victòria de Franco portaria quaranta anys de dictadura que deixaria al país novament aïllat de les grans corrents internacionals doncs els vencedors no volien saber res d’un règim dictatorial que havia fet costat a Hitler. Al franquisme se li van barrar les portes de les Nacions Unides i les ambaixades dels països aliats a Madrid quedaren tancades fins que la guerra freda entre la Unió Soviètica i els Estats Units i l’Europa democràtica determinà que Franco podia ser una peça rellevant per combatre el comunisme.

El recolzament del president Eisenhower al règim de Franco en la visita a Madrid l’any 1959 segellava l’aliança militar amb Washington que ja s’havia posat en pràctica sis anys abans amb la signatura del tractat que establia en territori espanyol les famoses bases conjuntes. També situava a Espanya a la vorera dels interessos occidentals doncs no disposava d’un règim democràtic ni de llibertats. Era necessària però no important. No decidia res en un món dividit per ideologies polítiques, econòmiques i militars antagòniques.

Arribà la democràcia tot just després de la mort de Franco i canviava la orientació de la política exterior espanyola. Però passaren gairebé deu anys fins que Europa no obria les portes a la democràcia espanyola. Era un fet inevitable. Però fins que el canceller Helmut Kohl i el president François Mitterrand no decidiren forçar l’ingrés espanyol a la llavors Comunitat Econòmica Europea l’any 1986, no és pot dir que Espanya entrés de ple dret en tots els clubs polítics, econòmics i militars del món Occidental. Va ser l’any en el que el president González decidí sotmetre a consulta la permanència d’Espanya a la Aliança Atlàntica.

El govern socialista marcava els eixos del que seria la política exterior espanyola fins que arribà al poder José María Aznar l’any 1996 i molt especialment fins que el Partit Popular guanyà per majoria absoluta l’any 2000. Consistia principalment en mantenir relacions privilegiades amb Estats Units, enfortir les polítiques europees tenint sempre en compte el que passava a França i Alemanya, una política mediterrània sòlida i molt pendent dels països del Magreb, establir relacions amb l’Estat d’Israel i una recuperació dels vincles culturals, històrics i polítics amb Amèrica Llatina. Eren temps en els que moltes dictadures sud americanes feien un esforç per constituir-se en règims democràtics.

Recordo quan Felipe González visità l’Amèrica de Ronald Reagan l’any 1983 tot just després de guanyar les eleccions. Els dos personatges tenien poques coses en comú. A més, l’administració Reagan havia fet els ulls grossos arran de l’intent de cop d’Estat de febrer de 1981 quan el secretari d’Estat, Alexander Haig, va dir sense immutar-se que allò era un “assumpte intern”. González no respirava com el seu ministre d’Afers Exteriors, Fernando Morán, partidari d’una certa neutralitat en política exterior. Estava més en la línia del seu ministre de Defensa, Narcís Serra, que era partidari de la pertinença a la Aliança Atlàntica.

El cas és que la política exterior del llarg govern socialista va fer compatibles els lligams atlàntics amb una ferma política europeista. Espanya, després de més de dos segles d’aïllament de les corrents polítiques occidentals, tornava a formar-ne part de totes elles. Aquesta política va vacunar al país de qualsevol frivolitat militarista o aventura no democràtica. Es reberen molts fons estructurals dels socis europeus, especialment d’Alemanya, i com a estat de tipus mitjà els governs de Madrid començaren a contar. La prova més emblemàtica fou la organització de la Conferència de Madrid de 1993 en la que es reuniren tots els països àrabs i Israel, Estats Units i Europa, per buscar solucions als endèmics conflictes de la zona.

Abans però de que es produís el relleu de González per Aznar, el món experimentaria una gran sotragada l’any 1989. La Unió Soviètica es desentenia d’Europa, el mur de Berlín queia sense que ningú l’empenyés i Mijail Gorbachev presidia la desintegració del vast imperi rus que s’havia construït sense pausa des dels temps d’Ivan el Terrible. El règim s’esmicolava, la policia secreta era desmantellada i el partit comunista deixava de ser la referència obligatòria de la política de Moscou.

Rússia encetava la seva pròpia i incerta transició. Perdia molt domini territorial i les seves forces armades estaven desorientades al comprovar que no podien competir amb els exèrcits occidentals, principalment amb la potència tecnològica i militar dels Estats Units. La caiguda de l’imperi soviètic deixà tot el camí lliure perquè Estats Units imposés la seva hegemonia en pràcticament tots els fronts. La influència de Washington en tots els continents era manifesta, el dòlar es convertí en la divisa universal, la cultura americana arribava a tots els racons del planeta mentre que l’instrument revolucionari d’Internet canviava els hàbits, la forma de treballar i de divertir-se, de fer negocis, de bona part del món civilitzat.

Estats Units era la única potència mundial. S’enterrava la guerra freda i es començava a dibuixar un nou ordre internacional sota les directrius de Washington. Les relacions atlàntiques exigien una nova definició. No tant perquè s’haguessin de trencar sinó perquè la presència militar d’Estats Units a Europa ja no era necessària perquè l’amenaça soviètica havia desaparegut.

L’any 1989 hi havia a Europa un milió de soldats americans. La gran majoria estaven estacionats a Alemanya. Quan José María Aznar començà a governar el 1996 les tropes americanes al continent europeu s’havien reduït a vuitanta mil soldats. Estats Units estava interessat en mantenir els vincles atlàntics però Europa caminava cap un procés d’integració que s’ha consumat el primer de maig de 2004 amb la incorporació de deu nous estats membres de la Unió Europea.

Ja en l’últim mandat de Bill Clinton, Washington veia aquest enfortiment d’Europa amb una certa inquietud. Les relaciones a les dues bandes de l’Atlàntic sempre s’havien mantingut amb el ben entès de que Europa estava sota la protecció del paraigües militar americà. Els nord americans havien acudit a Europa en tres ocasions al llarg del segle XX per salvar les llibertats dels europeus. Les dues primeres per salvar-la del domini alemany i la última, en la guerra freda, per salvar-la del perill de la Unió Soviètica.

Per primera vegada en més de cent anys els europeus semblava que podien volar pel seu compte. Encara que la crisi als Balkans, a meitat dels anys noranta, va ser resolta per l’aviació americana davant de la impotència militar europea. Europa és un gegant econòmic però no té el pes militar i polític corresponents.

En arribar George Bush a la presidència, la hegemonia americana s’havia accentuat. Tot feia pensar que no existien adversaris en el món. Europa no responia adequadament malgrat l’acceleració de la ampliació i malgrat la implantació de la moneda única en dotze dels quinze països de la Unió. Washington seguia essent el guardià militar del planeta.

La primera visita del president Bush a Europa es va realitzar a Madrid. El president Aznat acabava de guanyar les segones eleccions amb majoria absoluta. La càlida i reverencial acollida de Bush a Madrid no fou una rutina del protocol davant del president menys viatjat de la història recent dels Estats Units.

La familiaritat en que Bush y Aznar denotava alguna cosa més que una incipient amistat personal. En mànegues de camisa, amb frases ocurrents, lleialtats polítiques damunt d’escuts antibalístics, silencis sobre el protocol de Kioto i alabances mútues, marcaren el començament d’una nova estratègia transatlàntica en la que només uns quants estats europeus hi participarien. Els cops de cap del ministre d’Exteriors, Josep Piqué, com si fos un diplomàtic japonès, al aterrar l’avió presidencial a Barajas presagiaven l’arribada del gran aliat, sinó l’únic sí el més important, del govern Aznar.

Es podia discutir si la estratègia d’Aznar era més o menys idònia per als interessos espanyols. Del que no es pot dubtar és que no era improvisada. Les relacions amb “l’amic Blair” tampoc responien solament a afinitats personals. Ni les que es van anar construint amb “Il Cavaliere” Berlusconi. La política exterior d’Aznar, des de 1996, posa més èmfasi en l’atlantisme que en els vells compromisos amb Europa. Si els britànics tenen ponts sòlids amb Washington, els espanyols els tenen amb Amèrica Llatina. D’aquí neix la comunió d’interessos entre Londres i Madrid amb la comprensiva benedicció de Washington.

Aquest viratge de la política exterior espanyola en la etapa aznarista ha canviat la posició de Madrid respecte a Europa. I no solament per la falta de complicitats polítiques entre una Europa llavors socialdemòcrata majoritàriament i una Espanya modernitzada però conservadora sense matisos. La Casa Blanca de George Bush optà per col·locar dues potes, una a Londres i l’altra a Madrid, per controlar els seus interessos en una Europa que no es pot deixar al seu aire.

La carta atlantista d’Aznar estava molt pensada. No oblidem que es inútil anar contra els Estats Units, sigui quin sigui el seu president. Però és molt perillós no tocar la flauta europea, la de França i la d’Alemanya, que són els aliats més propers i més importants.

L’onze de setembre de 2001 era el primer atac estranger a Estats Units. Aquell bàrbar atemptat contra els símbols del sistema americà, el Pentàgon i les Torres Bessones de Nova York, canviarien la política i les relacions internacionals. George Bush havia de respondre a aquell atac inesperat i monstruós. L’enemic tenia nom però era il·localitzable. Suposadament, els autors de la barbàrie es trobaven a Afganistan. Es va fer caure el règim dels talibans de Kabul. Fins aquí tot semblava raonable. Però el president Bush llançà quasi immediatament la nova política exterior d’Estats Units que consistia en proclamar la supremacia militar de Washington i anunciava la doctrina de la guerra preventiva. Aquesta estratègia consistia bàsicament en que es podia atacar no només als enemics declarats sinó també a aquells que en algun moment podien ser-ho.

La guerra internacional contra el terrorisme necessitava la comprensió i l’ajut dels aliats. El règim de Saddam Hussein a Bagdad és va presentar molt aviat com l’amenaça més perillosa pels Estats Units. S’havia de enderrocar el règim d’Iraq. L’aliat més sòlid a Europa, Tony Blair, exigí que l’atac fos discutit a Nacions Unides. Es varen buscar arguments que desprès han resultat falsos. Saddam emmagatzemava armes de destrucció massives i tenia relacions directes amb el terrorisme internacional. Les dues acusacions han resultat ser falses. No es va fer cas a les Nacions Unides. Ni tampoc es van tenir en compte les reticències de Xina, Rússia, Alemanya i França. Malgrat tot és va anar a la guerra.

Bush i Blair n’eren els actors principals. Aznar actuava com a comparsa. Acudia a Les Azores on es va declarar aquella operació militar. Ens anunciava a tots els ciutadans que ens deia la veritat, que Saddam tenia les destructives armes. L’aliança entre Bush, Blair i Aznar, treballava en tots els fronts. El president espanyol s’encarregà de posar fil a l’agulla en la divisió d’Europa preconitzada per l’Administració Bush i molt en particular pel secretari de Defensa, Donald Rumsfeld, que partia el continent entre la “vella” i la “nova” Europa. En una iniciativa, al meu entendre molt irresponsable, Aznar posà en circulació una carta signada per vuit presidents europeus que es manifestaven a favor de la guerra d’Iraq.

Europa, en vigílies de la seva ampliació, es presentava dividida entre els partidaris de la guerra i els que n’eren contraris. Aznar era l’autor de la carta i el que criticava sense matisos la posició de França i Alemanya. La política exterior espanyola s’inclinava definitivament a favor de Washington, cosa molt lògica, però en contra de la Unió Europea.

Mentre la guerra anava en la direcció dels exèrcits que ocuparen Iraq, tot semblava que Aznar havia escollit l’aliança més adequada. Caigueren les estàtues ridícules i megalòmanes del dictador. El règim va quedar sepultat per les tropes americanes i britàniques i per l’odi de la majoria d’iraquians que guardaven un record ignominiós de la dictadura. Però les tropes que ocuparen Iraq només van fer caure els símbols d’un règim abominable. Grups organitzats d’iraquians, primer qualificats com a terroristes i desprès com a resistents, no volen acceptar el resultat final d’una guerra que va posar fi a una dictadura però que es va plantejar amb mòbils falsos que no han estat assumits tampoc pels iraquians.

Se’ns va dir que els iraquians, principalment els chiítes que havien estat destruïts pel règim de Saddam, sunita de Tikrit, saludarien a les tropes invasores com a llibertadors. El que hem vist és a centenars de milers de chiites congregats en les principals ciutats del sud d’Iraq, amb les seves carns plenes de sang, demanant que marxin les tropes estrangeres. Seria una trista ironia que aquesta guerra ajudés a instal·lar un règim islàmic en el país més laic, junt amb Síria, d’Orient Pròxim.

El president Aznar va rebre la medalla d’or del Congrés d’Estats Units per la seva lluita contra el terrorisme internacional. També per haver-se alineat amb Bush en la guerra d’Iraq fent causa comuna amb Tony Blair. Només personalitats de tant relleu com Winston Churchill, Nelson Mandela i Teresa de Calcuta han rebut un homenatge semblant. Espanya, en paraules d’Aznar, ha sortit del racó de la història i ja es tuteja amb els grans.

Les fotografies de declaració de guerra a las Azores, la inclusió de Batasuna en la llista d’organitzacions terroristes del Departament d’Estat i les responsabilitats econòmiques i polítiques en la reconstrucció d’un Iraq democràtic eren un botí de guerra mediàtic i polític per encarar el fi de la presidència Aznar.

El que no imaginava Aznar és que seria un atac terrorista de procedència islàmica, tres dies abans de les eleccions en les que el seu designat successor, Mariano Rajoy, havia de guanyar-les amb tota seguretat, seria el que posaria en blanc sobre negre la equivocada estratègia de posar-se a les ordres de Bush apartant-se dels aliats europeus.

Deia la propaganda oficial arran del pintoresc atac a la illa de Perejil que gràcies a la intervenció de Washington s’havia pogut dissuadir al monarca del Marroc perquè l’exèrcit espanyol guanyés aquella singular batalla contra els marroquins. La fotografia de Perejil estava damunt de la taula presidencial de la Moncloa.

En comptes de cultivar les relacions amb Rabat, com han fet tots els governs espanyols des de fa molts anys, Aznar es va decidir per entrar en un clima de crispació amb el govern de Marroc. Es una ironia de la història el fet de que mentre el govern popular s’obsessionava en combatre el terrorisme d’ETA, amb un èxit notable s’ha de dir, oblidés l’altre terrorisme, molt més perillós i menys localitzable, més mortífer, que colpejava Madrid l’onze de març causant quasi dos cents morts.

Seria exagerat deduir que la derrota electoral del Partit Popular té una relació directa amb la política exterior d’Aznar. Però sí que l’aliança sense cap contrapartida amb el president Bush ha perjudicat els interessos espanyols a Europa i al món.

Franceses en Barcelona

La primera manifestación de médicos franceses en Barcelona para protestar contra la política del gobierno francés. Inédito.

Kofi Annan y la ONU

El secretario general de la ONU pasa por horas bajas. El escándalo del intercambio de dólares por petróleo suministrado por Saddam Hussein salpican a personas muy próximas a su familia. Mientras el mundo pensaba que el boicot a Iraq por no cumplir las resoluciones de la ONU estaba cumpliéndose resulta que existía una complicidad entre la dictadura de Bagdad y algunos países que como Francia estaban al tanto de estas corruptas irregularidades. Muy mal.

Pero no seamos ingenuos. La administración Bush acusa a cuantos pudieron tomar parte en estos cambalaches de enriquecerse a costa de los iraquíes que son los que han sufrido en la dictadura y siguen sufriendo ahora que se pretende liberarles. Que la administración Bush se precie de destapar escándalos de corrupción en Iraq es bastante sorprendente si se tienen en cuenta los negocios que la empresa Halliburton, relacionada con el vicepresidente Cheney, ha hecho con la hasta ahora inexistente recuperación del país.

Fue el actual secretario de Defensa Rumsfeld el que viajó a Bagdad para entrevistarse con el mismísimo dictador en tiempos en los que Iraq era aliado estratégico de Estados Unidos en la guerra contra Irán. Como si el petróleo no fuera un elemento importante en el desbarajuste provocado por una guerra que se justificó sobre una mentira.

Dos congresistas republicanos han pedido la dimisión de Kofi Annan como consecuencia del escándalo. No voy a poner la mano en el fuego para el actual secretario general de la ONU, un cargo que es muy difícil desempeñar debido a las presiones de todo tipo que le acosan. Pero no hay que ser muy sagaz para deducir que esta envestida contra el secretario general responde a la actitud de las Naciones Unidas en los preparativos de la guerra.

El intercambio de alimentos por petróleo se convirtió en un pozo de pequeñas y grandes corrupciones. El Consejo de Seguridad no consiguió hacer cumplir sus propias sanciones. Los inspectores tuvieron serias dificultades para averiguar si existían arsenales químicos y nucleares en Iraq. Un coche bomba destruyó la sede de la embajada de las Naciones Unidas en Bagdad que tuvo que cerrarse prácticamente por falta de seguridad.

Pero el problema de fondo es la incompatibilidad entre las doctrinas políticas de Washington y una institución que debería ser la garantía para proteger el derecho internacional en las cuatro esquinas del planeta. Las Naciones Unidas han cumplido un papel muy relevante en las tensiones de la guerra fría y en los momentos complejos que han venido después.

Necesitan una reforma profunda. Tanto en su organización de la estructura interna como en la capacidad para que las decisiones adoptadas acaben cumpliéndose al margen de quien sea el afectado. La ONU, con todas sus carencias y debilidades es el único instrumento a mano para dirimir los conflictos políticos y militares en el mundo.

La comunidad internacional necesita un instrumento regulador, un freno efectivo para detener el crecimiento de arsenales nucleares o de cualquier otro tipo, y promover la paz y la concordia en el mundo. Los ataques a Kofi Annan, justificados o no, no hay que entenderlos como un ajuste de cuentas para descubrir ineficacias y corrupciones. Lo que se me antoja que hay detrás de estos ataques al secretario general es un intento de debilitar todavía más la institución para hacer posible que la fuerza pueda actuar sin los necesarios contrapuntos del derecho.

Kofi Anan tiene que dar explicaciones. Por supuesto. Pero no hay que confundir las responsabilidades personales del más alto cargo con la función de una institución absolutamente necesaria para una mejor marcha de las relaciones internacionales.