La desesperación se transforma en confusión cuando llevas mucho tiempo hablando con personas desconocidas para pedir información, resolver un problema o intentando hablar con un responsable de una empresa que nos presta servicios que tenemos contratados.
No es preciso dar nombres de compañías porque el fenómeno es general. Vivimos en el mundo de los llamados call centers que son algo así como un inmenso buzón de voz en el que depositamos nuestra quejas sobre suministros de agua, gas, electricidad, nuevas tecnologías y las más variadas cuestiones. Son comunicaciones que caen en un vacío cósmico. No sabemos con quién hablamos ni si la persona que nos atiende sabe el alcance de nuestra petición.
Primero sufrimos las llamadas diarias, inesperadas y no solicitadas, de supuestos vendedores de productos que abaratan los servicios ofreciendo todas las ventajas económicas posibles. ¿Quién les ha facilitado nuestro teléfono? ¿De qué base de datos lo han obtenido? La conversación suele interrumpirse con dosis de descortesía. Da lo mismo. Al día siguiente vuelven a insistir con otra voz, otro tono, la misma pesada insistencia.
Cuando el usuario se atreve a hacer una petición o consulta a esos call centers que pueden situarse en Gibraltar o Marruecos, empieza el calvario. Si quiere ser atendido en catalán, pulse uno, si lo quiere en castellano, pulse dos, si quiere comprar, pulse tres, si se trata de una reparación, pulse cuatro, si... sino permanezca en línea. Entonces surge una voz que te vuelve a conducir por el mismo jeroglífico. Es la atención más deshumanizada posible a clientes de grandes empresas que proclaman grandes beneficios sin molestarse en atender adecuadamente a sus clientes.
Llevo varios días intentando comprar un módem para conectar con Internet en zonas alejadas de los grandes centros urbanos y he tenido que desistir. Tengo la confianza que voy a resolver el problema en la tienda local y personalizada de Ribes de Fresser, Ripoll o Tàrrega.
Hace unas semanas me encontré en el África Oriental buscando el mismo artefacto. Pregunté en un villorrio de la costa del Índico dónde había una tienda en una calle polvorienta y primitiva. Me atendieron cuatro personas, me entregaron el módem y me regalaron una gorra y un bolígrafo. Funcionó a la perfección
viernes, julio 31, 2009
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6 comentarios:
En espera del jocoso comentario del sr.BartolomeC, solo me atrevo a decir, que nunca me ha gustado comprar por telefono, ni adquirir nada por internet, maximo un libro o un cd de musica, que no encontraba en mi ciudad.
Sr Foix: No se caliente los cascos,la tienda de proximidad-aunque nos suele parecer más cara-siempre es infinitamente mejor que cualquier gran superfície o el mejor operador on line y si no le regalan gorras o bolígrafos, seguro que le van a regalar su tiempo.Un saludo
Sr.Foix: Le importaría darnos la direccion de esa tienda del África oriental, más que nada es que a mi también me corre prisa el módem...
Ah, buenas vacaciones a todos.
Africa las tiendas de proximidad siempre seran un punto mas cara porque no tienen las ventajas de las grandes empresas, no se pueden apalancar financeramente como ellas, ni pueden trasladar stock de un pais a otro,ni otras historias...pero no tener que hacer colas ni trasladarse en coche, y en caso de cambios o dudas sobre el producto no tiene precio....
Por lo visto, el Sr Foix no ha encontrado todavía el mòdem....
En Jazztel cuando llamas te atienden desde Córdoba (Argentina)
Eso si, estan saliendo de los numeros rojos y los expertos apuntan que las acciones van a subir.Cuando esto ocurra un cubano llamado Leopoldo Fernández Pujals afincado en España y que creó y luego vendió Telepizza y ahora dueño de la operadora vendera todas sus acciones.Y a otra cosa. Los clientes?? Eso que es?
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