Chicago, Illinois
En un día soleado y limpio, con ropa de invierno que protege del viento que ya sopla fino y crudo desde el lago Michigan, Chicago vive los anodinos días de un domingo americano. Las iglesias de todas las denominaciones están llenas y las grandes superficies venden más que cualquier día de la semana.
Un profesor de la Chicago State University, Chris Michaels, me guía por un recorrido de unas cuatro horas por la gran ciudad. Visitamos el barrio donde tienen la casa los Obama, Hyde Park, muy cerca de la Universidad de Chicago, la de tantos premios Nobel en su claustro, bordeando el Washington Park.
Chicago proclama su supremacía en muchas cosas. Fabrica la mayor parte de los chewing gums que mastican las mandíbulas americanas, enlata miles de terneras y cerdos que se distribuyen por todo el país y tiene el mayor número de grandes parques públicos. Uno de ellos, el Washington Park, será ofrecido para construir las instalaciones olímpicas en caso que a la ciudad le sea otorgada este privilegio.
El barrio de los Obama es el propio de la clase media alta americana, un barrio de profesionales jóvenes, de académicos, de etnias que proceden de todos los rincones del mundo. El gran Chicago tiene unos ocho millones de habitantes entre los que se encuentran cinco millones de blancos de origen europeo, un millón de negros, otro millón de hispanos y el resto mayormente orientales.
Illinois es la tierra de Lincoln, the land of Lincoln, como afirman todas las matrículas de los coches. Sus restos reposan en la capital, Springfield, pero su pista está presente en la historia del Estado y también en la de Estados Unidos. Lincoln nació en Kentucky pero su familia emigró a Indiana para asentarse definitivamente en Illinois. Formaban parte de aquellos americanos que a principios del siglo antepasado respondieron al grito de la costa Este invitando a los forasteros a conquistar el Oeste.
Lincoln ganó la guerra civil y abolió la esclavitud. Pero los negros que viven a unas cuantas manzanas de la residencia de los Obama todavía se concentran en barrios deteriorados como el de Englewood donde los habitantes de Chicago afirman que es el lugar del mundo con más delitos por metro cuadrado.
No es prudente bajar del coche a pesar de los pocos transeúntes y a pesar de la claridad del día. Es un espacio en el que circula la droga sin demasiados problemas, las ofensas sexuales a mujeres son frecuentes, tiene un alto índice de asesinatos y los robos se perpetran indistintamente a la luz de día o en la oscuridad de la noche.
Tengo interés en visitar la Trinity United Church of Christ en la que Barack Obama inició su periplo espiritual hace unos años, según manifestó él mismo. Pregunto a una señora negra que entra en el templo si está el reverendo Jeremiah Wright, aquel exaltado clérigo que se despachó con unas declaraciones explosivas contra Estados Unidos, contra los blancos y contra todo. Se ha jubilado, me dice la señora cubierta con uno de aquellos sombreros de domingo que hemos visto en películas como la de “lo que el viento se llevó”. Si quiere puede hablar con el reverendo Moss.
Entro un momento en plena ceremonia de cantos, rezos y emociones. No creo prudente subir al altar para saludar al sucesor del reverendo Wright. Está dirigiendo los cantos. La calle que da al portal de la iglesia lleva el nombre honorario del reverendo Jeremiah Wright.
Los negros que votarán aquí, o que han votado ya, lo harán a favor de Obama casi en un cien por cien. Nos detenemos a almorzar en uno de los mejores restaurantes de costillas de cerdo del barrio. La sala es metálica, con varios televisores colgados ofreciendo simultáneamente varios partidos de fútbol americano, salsas muy diversas y creo que indigestivas para cualquier estómago sensible.
El dueño del establecimiento es Curt Briggs, un negro en su madurez cubierto con una barba blanquecina, que dice que la carne que sirve es la mejor del sur de Chicago. Ha hecho imprimir un cartel electoral en la que el capitán Curt está en medio de McCain y Obama, con la Casa Blanca al fondo. Los adjetivos que cuelgan bajo el retrato de McCain son demasiado explícitos: conservador, reaccionario, viejo, sin visión y un sustantivo que dice simplemente guerra.
Obama es adornado con todos los piropos posibles: joven, vibrante, progresista, pionero y culto. No hace falta que le pregunta a quien ha votado ya. Está claro. En esta parte de Chicago, también en la mayoría de los barrios, el candidato demócrata va a ganar cómodamente.
Chicago es una ciudad demócrata en la que los Daley dominan lo que se conoce como la maquinaria del partido. Richard J. Daley fue alcalde de la ciudad durante casi treinta años y su hijo, Richard M. Daley, ocupa la alcaldía desde 1990. Los Daley han controlado el partido y han decidido la proclamación de muchos candidatos demócratas.
Lo más paradójico de Barack Obama es que no pertenece a la maquinaria estricta controlada por los Daley ni tampoco es un negro homologable a la mayoría de los que viven en Chicago. Es un hombre ilustrado, pasado por Harvard, que empezó su carrera política en estas zonas de la ciudad y bajo el ímpetu alocado del reverendo Wright del que ha tenido que separarse intelectual y espiritualmente.
Su fulgurante carrera hacia la candidatura demócrata deja atrás muchas de estas contingencias biográficas. Él tiene que ser el presidente. En varias plazas se preparan festejos para el martes día 4 por la noche. Si no resultara elegido, la reacción sería imprevista. Tanto por la frustración como por las acusaciones de que ha habido fraude electoral. El momento tiene una carga histórica remarcable.
miércoles, octubre 29, 2008
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4 comentarios:
Sr.Foix: Si las elecciones son muy reñidas y las votaciones muy igualadas no descarte Vd la posibilidad de un nuevo pucherazo...
Lluís, Chicago ya no es lo que era.
///ENRIC///
Los hispanos no ven a Obama como un representante de los negros americanos, es mestizo y ven en el mas bien al blanco que vive bien, ya veremos lo que ocurre el día de las elecciones, nos llevaremos una sorpresa.
Ahore si que llegó la sorpresa. Pretendemos pasar a los americanos por el filtro de la visión española y no lo entendemos. Ellos creen que todo lo pueden y contra eso no hay nada que hacer. ¡ Cómo si no se entiende que con 200 años que llevan en el mapa sean lo que son! El que lo ha visto lo tiene claro, trabajo, tesón y unión como pueblo.
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