Leo que el Pentágono planea construir un gran complejo penitenciario cerca del cuartel general norteamericano en Kabul. Sería la segunda prisión americana fuera de su territorio después de la tristemente célebre cárcel de Guantánamo.
Hay 630 presos en Afganistán en comparación con los 270 detenidos en Guantánamo. Las guerras de todos los tiempos han practicado el encarcelamiento de sospechosos, traidores, culpables de cualquier delito definido por los militares.
Lo que preocupa en Guantánamo y en Afganistán es las garantías que esos presos tienen de acuerdo con las Convenciones de Ginebra. En Abu Ghraib, en Iraq, se vulneraron esas convenciones, en Guantánamo también y nada permite asegurar que no lo han sido en Afganistán.
Estos presos son consecuencia de dos guerras que se han prolongado cinco años y cuyo desenlace es tan incierto como preocupante para el futuro de Afganistán y de Iraq. El próximo presidente norteamericano, sea quien fuere, no lo tendrá fácil.
No me gusta hacer predicciones, especialmente sobre el futuro, pero se me antoja que Estados Unidos y todos los aliados, entre ellos España en el caso de Afganistán, tendrán que abandonar esos territorios sin haber conocido la victoria.
Los británicos se estrellaron tres veces en el siglo XIX en las guerras afganas. Los soviéticos empezaron a perder el imperio con la derrota después de haber invadido Afganistán en 1979. Aunque la guerra de Afganistán fue aprobada por la comunidad internacional para derribar el régimen de los talibanes que adiestraba el terrorismo de Al Qaeda, el control del país por parte de las tropas aliadas es frágil y se limita a la capital, Kabul, y sus barriadas.
El resto del territorio está en posesión de los señores de la guerra que cultivan opio, dominan la cordillera del Himalaya y los talibanes vuelven a controlar grandes espacios.
La guerra en Iraq es igualmente incierta. La llegada de nuevos refuerzos de soldados americanos no ha mejorado el panorama. El país está dividido en las tres etnias principales, los chiítas, los sunitas y los kurdos. El gobierno no ha conseguido construir un ejército para sustituir al de Saddam Hussein.
Hay más terroristas hoy en Iraq, hay terroristas cuando antes no los había, que operan con diversas franquicias atacando a las tropas invasoras y matándose absurdamente entre sí. Los norteamericanos están prácticamente solos.
Aquellas democracias que florecerían en Oriente Medio han devenido en régimenes confusos, débiles, incapaces de controlar su propio territorio.
La guerra contra el terrorismo internacional declarada por Bush poco después de los ataques del 11 de septiembre se ha convertido en un auténtico fiasco. Un desastre.
sábado, mayo 17, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Estaba pensando mientras leía el artículo que la externalización de la guerra era la última frontera del neoliberalismo, aunque, bien pensado, no se puede decir que los mercenarios sean un invento reciente. No estoy tan seguro con lo de las cárceles en terceras colonias...
Respecto de Afganistan, es posible que tengamos que salir con el rabo entre piernas, pero quiero pensar -y quizá solo sea esto, pensamiento voluntarista- que hay una diferencia en estar ahí bajo la bandera de la ONU a estar en Irak bajo la de la coalición USA-UK. Aunque, a decir verdad, cada vez tengo más confuso el concepto de intervención legítima, sea cual sea el paraguas.
Publicar un comentario