jueves, noviembre 29, 2007

Siempre hay que volver a Antígona

He leído un brevísimo libro de Claudio Magris que lleva el título de "Las Fronteras del Diálogo". Desde que leí El Danubio, la mejor descripción que conozco del paso del río desde su nacimiento en Ulm hasta su desembocadura en el Mar Negro, me he visto obligado a seguir las publicaciones de este profesor de Triestre.

Me quiero fijar en su tesis de que Europa tiene que afrontar, culturalmente, la tarea de renovar la conciencia y la defensa de los valores universales que constituyen, desde hace más de dos mil años, la esencia de nuestra civilización.

George Steiner decía que siempre hay que volver a Antígona. Magris opina lo mismo. Modestamente, yo también. Sófocles es eterno.

Son las "leyes no escritas de los dioses", como las denomina Antígona, es decir, los mandamientos morales que, a diferencia de aquellos que están históricamente y socialmente condicionados, se presentan com un absoluto que no pueden ser violados en ningún caso.

Antígona es una tragedia, el conflicto entre ella y Creonte, entre la ley moral y la ley del poder político. Es una tragedia permanentemente actual entre el bien y el mal, entre la fuerza y la razón, entre la verdad y la mentira.

Lo más interesante es que podemos escoger porque somos libres. Libres para hacer el bien y el mal, para respetar al otro o despreciarlo. Pero la ley que perdura, al margen de mayorías o minorías, es la ley moral que Antígona proclama.

3 comentarios:

´´ dijo...

Todos conocemos lo que esta bien y lo que esta mal , en ocasiones disimulamos por interes propio , pero si actuaramos en conciencia siempre , algo complicado , no necesitariamos ni normas de trafico .

BartolomeC dijo...

Sr.Foix: Siempre hemos leido que con Antígona surge la literatura y con Creonte el derecho político. Personalmente entiendo que Sófocles, soldado en la batalla de Salamina, tuvo que vivir el acontecimiento más radical de la historia de su tiempo y que nos ha marcado en lo sucesivo, dicho acontecimiento es la separación de un continente territorialmente unido,( Europa y Asia no están separados por el mar, al contrario que el resto de continentes), en dos unidades irreconciliables, distintas y distantes.

Anónimo dijo...

El bien y el mal, esa es la constante en la que vivimos.