Un conocido editor barcelonés me recomendó hace casi tres años dos libros de Nicolas Sarkozy: “Libre” y “La République, les religions, l'espérance”. Es el pensamiento de la derecha que viene, moderna y sin complejos, me dijo.
Los compré y los leí en unas semanas, antes de que fueran traducidos al castellano. Los tengo bien subrayados los dos aunque me referiré especialmente al segundo en el que el próximo presidente de la República afronta ante dos entrevistadores, Thibaud Collin y Philippe Verdin, uno de los tabús de la sociedad francesa desde la ley de 1905, conocida como Ley de la Laicidad de las relaciones entre el Estado y las religiones en Francia.
El ponente de la ley fue el ministro de Asuntos Exteriores, Aristide Briand, premio Nobel de la Paz en 1926, desde muy joven afiliado al Partido Socialista. La sociedad francesa de principios del siglo pasado era muy distinta de la actual. El factor diferenciador más importante es que en Francia hoy hay más de cinco millones de musulmanes que practican su religión con mucha más intensidad que la mayoría de católicos.
Sarkozy no ha entrado en esta delicada cuestión a lo largo de la campaña electoral. Pero el pensamiento del entonces ministro del Interior y hoy presidente está muy elaborado en el mencionado libro. Se olvida con frecuencia, dice, que el ministro del Interior es el ministerio de las grandes libertades: libertad de reunión, libertad de manifestación, libertad electoral, libertad de asociación, libertad de circulación, libertades locales... No es incoherente que también se encuentren entre sus competencias la libertad de culto.
Sarkozy considera que la religión no es un espacio exterior a la República sino un espacio dentro de la República. El nuevo presidente introduce el concepto de laicidad positiva, una laicidad que garantiza el derecho de vivir la religión como un derecho fundamental de la persona. Afirma que la laicidad no es enemiga de las religiones, más bien al contrario, la laicidad es la garantía para que cada uno pueda creer y vivir su fe.
No hay oposición estructural entre los valores de la República y las creencias religiosas, puesto que la República organiza la vida en sus dimensiones temporales y las religiones intentan darle un sentido.
Pienso que Sarkozy no pensaba prioritariamente en los cristianos franceses, practicantes o no, agnósticos o ateos, sino en la realidad social de millones de musulmanes que sí que practican el Islam mayoritariamente y que no pueden sentirse extraños en la sociedad en la que viven y trabajan. Los valores republicanos pueden y deben ser respetados por cada ciudadano, independientemente de sus creencias.
La laicidad de Sarkozy “es la que está al servicio de la libertad de cada ciudadano de la República de vivir o no una religión y de transmitirla a sus hijos como lo considere oportuno”. Este derecho de vivir la religión es tan importante como el derecho de asociación, la libertad de expresión o el derecho a la presunción de inocencia. Es un derecho, dice, al reconocimiento de un derecho universal a la esperanza y la República puede enriquecerse de la esperanza de los ciudadanos creyentes, lo que no quiere decir que estén por encima de los que no creen en nada.
Me parecen una reflexiones racionales, nada sectarias, que intentan sustituir el laicismo clásico por una laicidad abierta en la que la libertad de creencias sea compatible con la condición de ciudadanos que son iguales a los demás siempre y cuando acepten y asuman los valores republicanos. Los creyentes de cualquier credo no son superiores en nada, pero tampoco inferiores.
Quizás estas cuestiones no entren en los problemas que Sarkozy tendrá a partir de ahora. Pero son una interesante actualización de la realidad social de un pais, de Europa en su conjunto, que no se pueden despreciar.
lunes, mayo 07, 2007
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8 comentarios:
El problema no es la religion sino que un integrista catolico no es un problema para la sociedad , seguramente sera el raro del barrio , pero un integrista islamico es un peligro claro y el Estado a de controlar el tema . Las crencias moderadas o digamos cotidianas nadie las cuestiona .
Sin entrar en el detalle de que la palabra "laicidad" no existe... no me he enterado de nada.
Isarn
Sr.Foix: El principal credo de los que creen en cualquier credo ha de ser creer y respetar la constitución del país que les permite esa libertad de credo.
off topic
Ha dimitido Raimon Martínez Fraile por las declaraciones impresentables sobre Maragall . Con Montilla solo habla el y el no habla . Me gusta .
///ENRIC///
Ser laico no quiere decir ser descreido, comparto el criterio de que los que creen en una religión han de creer primero en su país, en las reglas de convivencia que ese país se ha dotado, esa es la base, esas son las normas que valen para todos, no se puede servir uno de las reglas para llegar al poder y después cambiarlas a su antojo cuando se gobierna.
Montilla no habla mucho y eso no es malo, pero algún contertulio dijo un día que Montilla no podía seguir siendo el "Amic invisible", un president ha de hablar y mojarse, de lo contrario tendrá que hacer dimitir a todo aquel que hable por él y se quedará sólo.
El meter la Religiosidad dentro de la República, desde un punto de vita liberal, tiene el inconveniente de que, al fín y al cabo es hacer más Estado, y meter al Estado en ciertas cosas; pero hoy en día el tema de la Religión, no tiene los mismos matices en Europa, que hace 50 años; porque ahora el tema de la religión va muy unido al tema de la Civilización.
Dicho de otra forma; las religiones han de permitir cosas contra la ley? Lo pongo de otra forma. Un señor de la religión X, pega con asiduidad a su mujer, porque su religión lo dice así, y su mujer no dice nada, porque piensa que es así y punto.
Es eso exterior al Estado o el Estado ha de intervenir en esa esfera privada?
Saludos.
Sr Foix: Creo que es difícil superar la concisión y acierto de lo expresado por Bartolomé.Lo suscribo totalmente.Un saludo
"Sarkozy considera que la religión no es un espacio exterior a la República sino un espacio dentro de la República."
Como sin duda no se le escapa, Sr. Foix, el problema surge cuando se pasa de lo abstracto -donde no suele ser difícil ponerse de acuerdo- a lo concreto. En los países islámicos la religión es, sin duda, un espacio interior a la República, pero intuyo que franceses y musulmanes tendría serias discrepancias a la hora de definir qué se entiende por "espacio interior a la República". (No creo necesario entrar en precisiones semánticas sobre a qué me refiero con la simplificación: "franceses" y "musulmanes").
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