Se han cruzado muchas líneas rojas. Las ha cruzado el gobierno Zapatero con su optimismo sin fundamento en la lucha contra ETA. Las cruza el Partido Popular que acude a las manifestaciones que responden a sus criterios de cómo luchar contra el terrorismo y la calle no es utilizada para pedir el fin de ETA sino el fin de Zapatero.
La cruzan los jueces cuando hacen política y los políticos cuando se cobijan a la sombra de decisiones judiciales de magistrados que son de su cuerda.
Cruzan las líneas quienes salen a la calle día sí y otro también para atacar al adversario y no para defender una causa justa.
La última manifestación contra ETA en Madrid no había concurrencia del Partido Popular. La de ayer sábado estaba toda la plana mayor. Las dos Españas se enfrentan entre sí en plena calle.
En el comunicado leído al final de la manifestación de ayer en Madrid se escuchó lo siguiente: "debemos aprender de nuestro pasado que ETA no pone en riesgo la paz, sino la libertad y que cuando se ha hablado de proceso de paz para referirse al diálogo con los asesinos, se ha utilizado un término engañoso. España no está en guerra: no volvamos a repetir este error. Lo que se requiere es un proceso de libertad y de aplicación de la ley, para que haya justicia".
No hay guerra y, por lo tanto, no cabe hablar de paz. Pero el obispo de Bilbao y presidente de la Conferencia Episcopal española convocaba a varios miles de ciudadanos pidiéndoles que busquen la paz como "objetivo fundamental".
El presidente del gobierno sigue hablando de paz. El obispo Blázquez también. Para los cientos de miles de manifestantes de Madrid es la libertad lo que está en peligro. Estoy de acuerdo. Pero no veo que los conceptos sean incompatibles. Sin libertad no hay paz y sin paz no hay libertad.
Me temo que todo es mucho más simple. La mitad de España no reconoce a la otra. No soy de los que piensan que la razón esté solamente de un lado. Ni todos son ángeles ni todos diablos.
Pero sí que sé distinguir la racionalidad de la demagogia. El gobierno Zapatero puede haberse equivocado. Pero el Partido Popular, desde Aznar a Rajoy, también. Con estas actitudes confirman que no están en condiciones de ser una alternativa tranquila.
Si no hay guerra, como dicen los populares, no alcanzo a comprender por qué se habla de derrota.
La realidad es que las dos Españas no se entienden y vuelven a salir a la calle para imponer sus criterios a golpe de manifestación. Es un fracaso de la política, de las instituciones, de los ciudadanos que no vemos adversarios sino enemigos mortales. Nos hemos perdido el respeto creando es el peor de los escenarios para la convivencia.
domingo, febrero 04, 2007
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7 comentarios:
Sr.Foix: Siempre el problema es del otro, siempre es el otro el que está en el error, nos descubrimos repitiendo conportamientos que tuvieron nuestros padres y abuelos, nos descubrimos un día repitiendo aquellos mismos errores. Parece como si estuvieramos obligados a repetir ciertas actitudes o comportamientos negativos, conservar prejuicios y temores, todo aquello que nos inhibe de asumir retos para extender nuestros horizontes de manera que podamos ir mas allá de lo que fueron ellos. Con este equipaje tan pesado no llegaremos muy lejos, defendernos, justificar nuestra actitud y comportamiento sin permitirle a la otra persona siquiera terminar su comentario no es la forma más acertada de llegar al entendimiento. Hay que escuchar, aprender a escuchar, somos victimas de cuanto hemos aprendido mal y nos falta capacidad de reflexión.
No nos hemos perdido el respeto, es que nunca nos lo hemos tenido. Como dice Bartolomé, el problema siempre es del otro y nosotros nos encargamos de repetirlo.
J.Vilá.
///ENRIC///
Podriamos decir que ya hay más de dos Españas, a base de dividirnos hemos llegado a tener tantas Españas como nunca podiamos pensar, con los nombres que cada uno les quiera poner y cada una de esas Españas tiene en su interior el mismo problema, una nueva división, esto no es un problema de España, es un problema de los que vivimos en ella que no tenemos remedio.
Lo de las dos Españas es recurrente y siempre queda bien escribirlo. Es evidente que el alzamiento del ejército en el 36 contra el "Estado de Derecho" visualizo el concepto y arrastro a todos sus ciudadanos a la guerra. No se si fue Joan Fuster quien acuño el término de que España es una ideología, pero la comparto plenamente. No existen dos Españas. Existen, hoy como en el pasado, dos bloques estatales que tienen el mismo concepto ideológico de España: “La indisoluble unidad” Se sigue utilizando la España ideológica para interés partidista. No aceptan a las naciones que mal coexisten dentro de la península.
Como el ejército ya no puede salir a la calle para imponer la unidad, seguiremos contemplando este escandaloso espectáculo de los partidos estatales que crispan a la opinión pública. Lo grave en esta situación es que los políticos que ponen leña al fuego se embrutecen moralmente y pierden el sentido de la ética y dejan de ser servidores de los ciudadanos. Como consecuencia nada bueno puede esperarse de ellos ya la mezquindad guía su actos. Aparentemente el problema es el terrorismo. Es falso. Al País Vasco no se le permitirá la paz ya que ello supone el fin de la España ideológica y por ende territorial y el reconocimiento de su derrota moral que dura ya 300 años.
El tema de las manifestaciones ya lo toque hace unos dias , es algo bananero , me manifiesto yo te manifiestas tu , y volvemos a empezar .
Sobre las dos Españas no estoy de acuerdo con Foix , no hay dos Españas en realidad no hay ni media , la gente se manifiesta como la que va a las rebajas , es lo que toca , pero luego el voto se traspasa y la gente de uno u otro partido es de una misma familia , y en realidad habria mas follon si el Madrid o el barça bajaran a segunda , la politica no importa , si cobraran dos euros por ir a las manifestaciones no habria nadie .
Francis, en eso radican las dos Españas, en padres y hermanos luchando y discutiendo entre ellos.
Creo que repetimos los errores y los comportamientos, creo que no tenemos arreglo.
Roger Mateu/Girona.
Lluis, aquí nadie reconoce un error ni aunque lo maten y perdona la expresión.
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