martes, octubre 10, 2006

El eje del mal no desaparece

La doctrina Bush era impecable después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Vamos a combatir el terrorismo allí donde se encuentre, somos más fuertes, tenemos la razón moral y venceremos a quienes han intentado destruirnos.

Estados Unidos, seguía el discurso, no vamos a permitir que los regímenes más peligrosos del mundo nos amenacen con las armas más destructivas.

Era en este mensaje en el que el presidente Bush introdujo el concepto del "eje del mal", refiriéndose a tres países muy concretos: Iraq, Irán y Corea del Norte.

Cinco años después de aquel discurso, la administración Bush se encuentra en plena crisis con cada uno de ellos. En Iraq no hay salida política y militar al conflicto. La democracia en Bagdad no existe y el dictador Saddam Hussein desafía a diario al tribunal que le juzga.

Irán sigue con su proyecto de enriquecer uranio y disponer de la bomba nuclear. El presidente Aahmadinejad no piensa interrumpir su política y repite cuando le parece oportuno que Israel no tiene derecho a existir. Desde Teherán se suministran armas y se traspasa ideología a Hamás y a Hizbulá.

Y ahora es el dictador de Corea del Norte, el déspota hereditario, Kim Jong Il, el que desafía a la comunidad internacional llevando a cabo una explosión nuclear subterránea y levantando acta notarial de que ha ingresado en el club nuclear. China, Rusia, Japón, Estados Unidos y Europa tienen motivos para alarmarse.

La doctrina Bush estaba bien formulada pero ha sido pésimamente ejecutada. El mundo es más inseguro hoy que hace cinco años. Los llamados estados "paria", el eje del mal, siguen planteando más problemas hoy que hace cinco años.

No me alegro de ello. Me preocupa y mucho. Estados Unidos es un país demasiado serio, domina hegemónicamente el mundo, para encontrarse con tan poca credibilidad política, militar y de inteligencia.

Me tranquiliza que las críticas que se puedan hacer al equipo Bush desde una ciudad mediterránea son las mismas que leo en libros y periódicos norteamericanos. También las observo en los debates de las televisiones generalistas norteamericanas.

Rezaba un slogan industrial de los años veinte que "lo que es bueno para la General Motors es bueno para América". Lo que es bueno para América tendría que ser bueno para el mundo democrático. Pero lo inquietante es que lo que es malo para Washington también es malo para Occidente.

La doctrina Bush ha sido un fiasco.

4 comentarios:

Leon dijo...

La doctrina Bush es un completo desastre. Por desgracia es incapaz de llevar ninguna iniciativa y siempre va a remolque de gente como Kim Jong Il.

BartolomeC dijo...

Sr.Foix: Unilateralismo e intervencionismo son los dos ejes de la doctrina Bush, una doctrina posiblemente basada en la doctrina Truman que enunciaba en 1947 el compromiso de apoyar a "los pueblos libres que resisten los intentos de dominación de minorías armadas o de presiones del exterior", algo que se habría de realizar donde quiera que estuvieran amenazados.
El globalismo estadounidense de la segunda mitad del siglo XX quedó sentado entonces(guerra fria incluida), ahora en los inicios del siglo XXI Bush introduce una particularidad en aquella doctrina. Hace medio siglo Truman sostenía que la libertad era condición indispensable de la paz, su doctrina se basaba en la libertad y la democracia internacional, para lo cual se crearon organismos internacionales encargados de velar por ella, pero hoy Bush ha introducido como le decía una variante impensada, Bush piensa que está ungido de un mandato divino y su peculiar cruzada, con grandes tintes religiosos, prescinde de cuantos organismos internacionales existen.

Anónimo dijo...

No me extraña que siendo George Bush tan religioso esta guerra se haya convertido en una excusa para los radicales del Islam.


Pere.-

Anónimo dijo...

Las teorías intervencionistas de cambio por la fuerza provienen del discurso de antiguos trotskistas huidos del estalinismo que recalaron en los USA. Doctrina asumida primero por el Partido Democrata y luego por el Partido Republicano, los padres del actual New American Century, heredan la semilla original con el problema incluido; las revoluciones que introducen cambios deben ser asumidas en conciencia por los pueblos que deben protagonizarlos, dado que si no, no se traducen en mayor libertad y democracia.

Si los norteamericanos hubieran apoyado más y mejor a la Segunda Republica en España las cosas hubieran salido bien, pero si los norteamericanos hubieran venido a "liberar" España, los españoles lo hubieran rechazado frontalmente, y lo que es peor, el Falangismo podría haber usado esto como una motivación nacionalista para afianzarse entre la población, como cuando usaba el tema del Peñón de Gibraltar.

Eso mismo es lo que hacen los radicales de muchas naciones, usando el anti-americanismo para impedir los cambios internos.