Los españoles que han acudido a votar lo han hecho mayoritariamente a favor del sí al Tratado que establece una nueva Constitución europea. La participación ha sido baja. Aproximadamente la misma que en las últimas elecciones europeas en Alemania, Francia, Reino Unido y España. Pero el resultado indica que la mayoría de españoles están claramente a favor de la Constitución.
Las interpretaciones son muchas. Las que hagan socialistas y populares que apostaron a favor del sí y las que presenten los partidos como Izquierda Unida y Esquerra Republicana que se movilizaron a favor del no. No hay que desestimar el siete por ciento de ciudadanos que han ido a votar y lo han hecho en blanco, una cifra sin precedentes en la historia de la democracia.
Ha sido un referéndum sin épica. Estaba en juego la europeidad de los españoles y los españoles han respondido afirmativamente. El sí lo capitalizarán el gobierno, la oposición y todos aquellos partidos nacionalistas que han hecho campaña a favor de la Constitución. Y el no se lo apuntarán los partidos que lo propugnaban y todas aquellas terminales mediáticas que pretendían castigar al gobierno en las costillas de Europa.
En cualquier caso, ni los partidarios del no pueden sumar homogéneamente los votos ni tampoco los del sí. Ha habido más comportamiento cívico, europeísta, no partidista, que actitudes en clave exclusivamente nacional. Los españoles saben que desde 1986 se ha producido un cambio sin precedentes en la sociedad y que la Unión Europea tiene buena parte de responsabilidad en el progreso general que hemos experimentado.
El presidente Zapatero puso a prueba la europeidad de los españoles convocando precipitadamente el primer referéndum de la Unión. Era un riesgo que ha superado ampliamente. Los ciudadanos no han votado al gobierno sino que han enviado una señal cierta a la Unión Europea sobre la voluntad general de los españoles que se encuentran a gusto en la Europa que propone una nueva Constitución.
Los resultados, como era de esperar, no son los mismos en todo el territorio español. En Euskadi el no ha sido el más alto de todas las comunidades, seguido de Catalunya y Madrid. Sería precipitado y erróneo pensar que en las comunidades más contrarias al no han votado por los mismos motivos. En cualquier caso, es más fácil analizar los votantes del sí que los que lo han hecho por el no. Hay más mezcla de motivaciones en el no que en el sí.
domingo, febrero 20, 2005
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3 comentarios:
Lo más llamativo de los resultados del referéndum es que los esfuerzos de los sesudos hacedores de opinión se concentran en interpretar el valor de los votos emitidos; de entre éstos, los más importantes: los menos numerosos, los de quienes dijeron "no".
Es decir: el análisis ignora a la mayoría (el pez se muerde la cola: la mayoría no vota porque se siente ignorada, no se cuenta con ella para hacer lo que se hace).
Una (1) de las causas de la abstención es la evidencia de que el referéndum obtendría una respuesta afirmativa. Hay sin duda otras coadyuvantes, p.e.: si yo fuese un votante del PP (todo puede llegar a suceder, la vida es una caja de sorpresas), ¿por qué habría de votar "sí" si eso puede ayudar a este gobierno enemigo de la liberalización?.
Contemplando la historia, vemos que las discrepancias acerca de la forma de tomar decisiones políticas han sido desencadenantes de deleznables pasiones, de un torbellino que gira alrededor de la idea de que la mejor forma de eliminar los problemas con el vecino es acabar con éste.
No recuerdo dónde leí unas impresiones de Octavio Paz acerca de los españoles que se iban a entregar a la guerra civil. En ese cambiante magma de mi memoria flota la certeza de que se refería despectivamente a los dos bandos, gente ceñuda poseída por el deseo de acabar con los malos. La dictadura, una u otra, era inevitable. El dolor de esa certeza cristalizó en una joya literaria llamada "El diario de Hamlet García", de Paulino Masip.
Yo vengo de dos familias que durante la guerra civil no se conocían y tenían "adhesiones" diferentes. Curiosamente, durante la dictadura evolucionaron en direcciones diferentes (encontradas, en el doble sentido de la palabra), una liberándose del paternalismo, otra presa del síndrome de Estocolmo.
En ese origen hay tres idiomas, el gallego y el vasco que conocieron mis abuelos y el catalán que se hablaba donde nací. Con mi idioma castellano soy un poco extranjero en todos los lugares de mi historia.
En Alemania lo soy con plenitud.
Sin duda, el miedo a repetir la historia sigue lastrando nuestra mente.
Yo prefiero enmimismamrme con la trascendencia de mi ombligo y creer que la abstención es el resultado del pacifismo indiferente. La movilización sólo es necesaria cuando la democracia está amenazada.
LLamar a esto democracia es algo que (me) produce risa, pero visto lo que pasó aquí a principios del XX y cómo se las gastan en Iraq y alrededores los apóstoles del sistema triunfador, mejor no meneallo. Por ahora.
Si bien el dinero que los países más desarrollados de la Unión "dan" a los menos desarrollados no es más que una forma de financiar las compras que éstos tienen que hacer a aquéllos, es mejor no tocar el mensaje del donativo, porque el sistema crece, se afianza, y los ríos de mantequilla van cubriendo la ruina y la ceniza de nuestra memoria.
Creo que nuestro desarrollo tecnológico nos está poniendo en condiciones de construir la democracia. Dejemos que el gran hermano siga su camino. En el fondo no es malo. Cree que es el único que puede subir a la montaña y ver qué hay más allá.
Nosotros le vemos subir con nuestro Open Software. Qué majo.
Hoy es nuestra tarea recordarle lo que él decía haber leído en el fuego: "no matarás".
Bienvenida esta constitución que nos habéis dado con vuestro "sí".
Dice usted en el comentario titulado "Se ha roto el espejo", inserto en la Sección La Libreta del 28 feb, que la alusión al tres por ciento que hizo el President Maragall ante el Parlamento Catalán fue "a bote pronto, sin calcular las devastadoras consecuencias que tendría".- Pero también podría ser, en mi opinión (no tan versada como la suya, desde luego), que haya sido deliberado, en pos de una mayoría más cómoda para gobernar, en unas prontas elecciones anticipadas.- Ha conseguido que el votante piense (sin necesidad de demostración)que en CiU había corrupción y, además, ha vinculado la desafortunada planificación de las obras del Metro a el Carmel con una Administración anterior a la del Tripartito.- Parece claro (como lo empiezan a dar a entender los carteles sobre el 3% desde el Carmel) que intuyó que no sería precisamente el PSOE el que perdería votos en unas próximas elecciones anticipadas.- Si eso fuera así (vaya usted a saber) la jugada podría ser maestra, por muy maquiavélica y politicamente incorrecta que pueda parecer ahora.
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